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El ocaso de los líderes en tiempos atípicos

Las posturas adoptadas por los mandatarios de EE.UU, Francia, Brasil y Rusia han generado crisis de liderazgo que hoy los enfrentan a la falta de credibilidad, a la incapacidad de influir sobre la población y a la pérdida de popularidad.

La pandemia de Covid-19 declarada por la Organización Mundial de la Salud el 11 de marzo del año 2020, ha dejado innumerables situaciones que muchos recordarán a lo largo de su vida por lo atípico que ha sido. Distintas generaciones se han encontrado expuestas a un sinfín de experiencias que, de haberlas pensado como posibles años atrás, serían propias de un relato de la literatura fantástica; personas que se encontraban de viaje y no pudieron volver a sus casas, cruceros a los que no se le han permitido atracar en los puertos, reuniones sociales que no han sido, velorios y casamientos que se llevaron a cabo mediante el uso de plataformas virtuales, entre otras.

Así como el Covid-19 impactó sobre la vida cotidiana de las personas, ineludiblemente hubo cuestiones que los mandatarios de los países debieron atender o, en algunos casos, desatender. Según el Centro de Ciencia e Ingeniería de Sistemas de la Universidad Johns Hopkins, entre Estados Unidos, Francia, Brasil y Rusia, los casos confirmados de habitantes que han contraído el coronavirus son 26 millones aproximadamente , número que sobre los 67 millones en todo el mundo representa más de un tercio del total; de igual manera el porcentaje se refleja en el número de muertes, 550 mil aproximadamente sobre un total de 1 millón 500 mil, lo que indica que no se advirtió la gravedad de la situación o no se adoptaron las decisiones correctas para hacerle frente a la misma.

Durante el comienzo de la Pandemia el Presidente de Brasil Jair Bolsonaro, sostuvo ante la prensa que el virus en cuestión era el causante de una “gripecita”, dejando de manifiesto, o a libre interpretación, que la economía resulta más importante que la salud de las personas. Dicha relativización, junto a la crítica realizada sobre aquellos estados brasileños que optaron por el aislamiento social preventivo o como medida de mitigación ante la enfermedad, han provocado el deterioro de su imagen y la inestabilidad imperante en su gestión, las que pueden observarse no sólo en sus declaraciones sino también en actitudes polémicas como estar a favor de las marchas multitudinarias de personas, opiniones sobre el uso de las mascarillas, y cambios en el Ministerio de Salud por desacuerdos en las medidas para el enfrentamiento contra el coronavirus. A pesar de haber minimizado el impacto de la enfermedad, según la Confederación Nacional de Comercio de Bienes, Servicios y Turismo, aproximadamente 135 mil comercios han tenido que cerrar definitivamente, eliminando medio millón de empleos formales.

En Francia, el descenso de la confianza en la gestión del Gobierno de Emmanuel Macron viene ocurriendo hace tiempo, puesto que desde el inicio de esta ha impulsado reformas de todo tipo (laborales, fiscales, empresariales) y como respuesta ciudadana se observaron huelgas de estudiantes, de empleados de la salud, de abuelos, de transportes, y del movimiento de los chalecos amarillos. Sin embargo, el contexto actual ha impactado desfavorablemente ya que se encuentra sometido a investigaciones parlamentarias y judiciales por diversas situaciones en la gestión de la crisis ante el Covid-19; con éstas se procura responder al cuestionamiento de si hubo errores que pudieron haberse evitado, ya que en una entrevista realizada a la ex ministra de salud Agnès Buzyn, quien en el mes de marzo fuera candidata en las elecciones municipales, declaró que durante la campaña se encontraba aterrada por la exposición al coronavirus, y que las autoridades se encontraban en conocimiento desde el mes de enero.

En Rusia, al más incómodo de los mandatarios, Vladímir Putin, esta crisis lo mantiene sin protagonismo, sin confrontación con algún que otro supuesto enemigo, sin motivación; a pesar de haber sido el primero en anunciar la aprobación de una vacuna contra el coronavirus, observa cómo disminuye su popularidad frente al crecimiento de los habitantes que contraen la enfermedad. La segunda ola del coronavirus arremetió con aumento de decesos, pero lo que más preocupa es la capacidad de respuesta del sistema sanitario, el cual podría colapsar ante la inacción de sus representantes. Es importante aclarar que algunos alcaldes han decidido la imposición de restricciones con el objetivo de frenar el contagio, sin embargo, el Gobierno de Rusia se rehúsa a adoptar medidas que restrinjan la circulación de los ciudadanos o el desarrollo normal de las actividades diarias, frente a la posibilidad de llevar a cabo una vacunación masiva de los habitantes en el corto plazo.

Uno de los sucesos que generalmente mantiene en vilo a muchos habitantes del mundo, y a la mayoría de los medios de comunicación, es el desarrollo de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, y este año muy particular no fue la excepción, aunque algunos fueron sorprendidos por su resultado, sobre todo uno de sus protagonistas. Los ciudadanos norteamericanos eligieron al candidato Joe Biden del Partido Demócrata, por lo que la gestión de Donald Trump fue desaprobada por amplia mayoría, inclusive perdiendo en aquellos estados considerados bastiones republicanos. Si bien sería muy arriesgado afirmar que la Pandemia se ha llevado por delante la gestión de Trump, quien desde los inicios se ha dedicado a minimizar los efectos de la misma, no puede obviarse que su postura ante esta crisis ha dejado mucho que desear, máxime teniendo en cuenta que la cuestión sanitaria siempre fue un tema de relevante importancia para los habitantes. 

Resulta evidente que las crisis de liderazgo pueden tener efectos y consecuencias devastadoras sobre la población, tanto de índole social, como psicológicas, físicas, económicas, sanitarias, etcétera, y ninguna de las medidas gubernamentales que se puedan adoptar debe dejarse de lado por más mínima que sea. En tal sentido, pareciera obvio que las medidas económicas para paliar el hambre, el desempleo y el desarrollo adquieren cierta relevancia, pero el tratamiento de la cuestión sanitaria es inexcusable y se le debe dar una atención primordial, puesto que las malas decisiones de los mandatarios repercuten en la vida y el bienestar de las personas sin distinción de raza, clase, religión, género, ni clasificación que podamos imaginar.

En tiempos de pandemia necesitamos líderes racionales, inspiradores, optimistas, empáticos, confiables, generosos, resilientes, transparentes, serenos, leales, cautos, comprometidos con el progreso de los ciudadanos, innovadores, claros y precisos al momento de comunicar, con capacidad de previsión, planificación y de influenciar a grupos de personas para dirigir los esfuerzos hacia el cumplimiento de objetivos comunes. ¿Caso contrario? Sus inevitables y previsibles ocasos.

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