InteligenciaPublicacionesSeguridadTecnologia

COMPUTACIÓN CUÁNTICA: Willow y la nueva geopolítica digital

Por: Dario Javier Lombardo – Tecnico Superior en Seguridad Publica–Maestria en Analisis de Inteligencia Estrategica.

La computación cuántica avanza con Willow como hito clave, transformando la seguridad, la inteligencia y el equilibrio de poder global. América Latina enfrenta desafíos y ventanas de oportunidad.

¿Puede un chip cambiar el equilibrio global? Willow, la apuesta cuántica de Google, redefine seguridad, inteligencia y geopolítica.

Introducción

En 2024, Google presentó Willow, un chip cuántico que marca un antes y un después en la carrera hacia la computación cuántica tolerante a fallos. No se trata solo de un logro técnico: su impacto atraviesa la seguridad, la inteligencia y la geopolítica, convirtiéndose en un nodo crítico dentro de la disputa hegemónica global.

La computación cuántica (CQ) ha dejado de ser un experimento de laboratorio para consolidarse como vector estratégico de poder. Con Willow, el horizonte de un cómputo cuántico estable y funcional se acerca, y con él, la posibilidad de transformar el equilibrio internacional. Dominar esta capacidad significa ejercer poder estructural: fijar reglas, condicionar la autonomía de terceros y moldear las jerarquías del sistema global.

El lugar de Willow en la historia tecnológica puede compararse con la energía nuclear, la exploración espacial o la revolución digital: hitos que reconfiguraron doctrinas militares, economías y relaciones internacionales. La diferencia radica en que la CQ es transversal. Sus aplicaciones abarcan desde la medicina y las finanzas hasta la defensa y la inteligencia, con potencial para otorgar ventajas decisivas en criptografía, simulación y logística.

En este escenario, América Latina enfrenta una encrucijada: resignarse a ser usuaria pasiva de tecnologías desarrolladas en los centros de poder, o impulsar una agenda de soberanía digital que combine ciencia, defensa y cooperación regional. Este artículo busca ofrecer una reflexión estratégica, académica y profesional que permita comprender la magnitud de Willow en la reconfiguración del poder global, evitando futurismos ingenuos pero también los reduccionismos técnicos.

El surgimiento de Willow y el salto cuántico

Willow representa un avance cualitativo al combinar cúbits superconductores con corrección activa de errores, lo que permite mayor fidelidad y coherencia. Este logro abre la puerta a aplicaciones concretas en criptografía, simulación y optimización.

A diferencia de la demostración puntual de “ventaja cuántica” lograda en 2019 por Google (Arute et al., 2019), Willow acerca el horizonte de la computación cuántica aplicable a problemas estratégicos. Esto significa que algoritmos antes inviables —por la acumulación de errores o por la pérdida de coherencia— ahora pueden ejecutarse de manera más estable.

La transición hacia la tolerancia a fallos no es solo técnica, sino estratégica: determina qué actores podrán romper sistemas criptográficos vigentes, simular fenómenos de relevancia militar o modelar procesos financieros y energéticos. En comparación, IBM y Rigetti desarrollan rutas alternativas, mientras que China ha invertido masivamente en laboratorios cuánticos nacionales, consolidando una competencia tecnológica de escala global.

Este salto no ocurre en el vacío. Responde a una agenda de inversión estatal y corporativa que reconoce en la CQ un vector de poder comparable al desarrollo nuclear o espacial del siglo XX. La diferencia es que la CQ tiene un campo de aplicación más amplio y una velocidad de impacto potencial mucho mayor.

Tecnología, poder y seguridad

El control de tecnologías críticas constituye poder estructural (Baldwin, 1985). La CQ, como tecnología de doble uso, habilita tanto avances civiles (medicina, energía, materiales) como ventajas militares en inteligencia de señales (SIGINT), ruptura criptográfica y disuasión.

Nye (2004, 2020) subraya que el poder tecnológico contemporáneo combina elementos de “hard power” y “soft power”, redefiniendo la interdependencia global. Kello (2017) advierte que tecnologías como la CQ pueden convertirse en armas virtuales que alteran las reglas del orden internacional.

Desde la teoría de juegos, la posesión de CQ modifica los cálculos estratégicos en conflictos: introduce incertidumbre sobre las capacidades del adversario y genera nuevos dilemas de disuasión. Un Estado capaz de descifrar comunicaciones en tiempo real adquiere una ventaja equiparable a la posesión de un arsenal oculto.

En términos históricos, la CQ podría compararse con la revolución nuclear, pero con diferencias clave: mientras que las armas nucleares disuaden por destrucción masiva, la CQ lo hace por dominio informacional. El poder cuántico no solo es técnico, sino también simbólico: proyecta influencia y alimenta percepciones de supremacía.

Del laboratorio a las capacidades estratégicas

Willow trasciende la mera aceleración de cálculos: habilita resolver problemas intratables para el cómputo clásico.

En defensa, significa optimizar rutas logísticas, modelar escenarios complejos y descifrar cifrados vulnerables. En inteligencia, potencia la clasificación de datos masivos y la simulación de operaciones. El paso del laboratorio a capacidades concretas reconfigura la doctrina de seguridad y las prioridades estratégicas.

Un ejemplo clave es la logística militar: con algoritmos híbridos cuánticos, es posible reconfigurar rutas de suministro en tiempo real ante ataques o bloqueos.

En ciberseguridad, la amenaza del “guardar ahora y descifrar después” implica que datos cifrados hoy podrían ser vulnerados mañana por adversarios con hardware cuántico. Este escenario obliga a acelerar la transición a la criptografía post-cuántica (PQC) (Mosca, 2018).

Además, la simulación de materiales estratégicos —como superconductores o catalizadores energéticos— abre una competencia industrial con implicancias geopolíticas. La capacidad de modelar moléculas con precisión inédita puede redefinir sectores completos, desde farmacología hasta energía nuclear.

Riesgos estratégicos y amenazas emergentes

El despliegue cuántico trae consigo riesgos interconectados:

  1. Proliferación no controlada: actores estatales y no estatales podrían acceder a tecnologías cuánticas sin regulaciones claras, multiplicando la inestabilidad.
  2. Amenazas híbridas y ciberconvergentes: la convergencia entre CQ, big data e inteligencia artificial amplifica la escala de ataques digitales y operaciones de manipulación informativa.
  3. Erosión de la privacidad: la capacidad de descifrar metadatos masivos podría habilitar regímenes de vigilancia totalitaria (Zuboff, 2019).
  4. Accidentes estratégicos: la automatización acrítica de decisiones militares con algoritmos cuánticos mal calibrados podría desencadenar crisis no deseadas (World Economic Forum, 2024).
  5. Vulnerabilidades en países en desarrollo: los rezagos tecnológicos convierten a regiones periféricas en blancos de prueba o plataformas de operaciones encubiertas.

Estos riesgos no operan de manera aislada, sino que se refuerzan mutuamente. La proliferación tecnológica facilita amenazas híbridas; la ausencia de gobernanza aumenta la probabilidad de accidentes; y la falta de capacidades locales agrava los efectos sobre privacidad y derechos humanos.

América Latina: asimetrías y oportunidades

La región enfrenta una inversión en I+D inferior al 1% del PIB, déficit de especialistas y dependencia tecnológica. Sin acción, será usuaria cautiva de soluciones externas.

No obstante, existen oportunidades: desarrollar software cuántico, formar talento mediante cooperación internacional y construir soberanía digital mediante marcos regulatorios. Universidades en Argentina, Brasil, Chile y México ya han iniciado programas de investigación en computación cuántica y criptografía post-cuántica.

El desafío es articular esos esfuerzos en una agenda común. Ello implica:

  • Formar capital humano con becas y reinserción en organismos estratégicos.
  • Crear laboratorios compartidos de validación tecnológica.
  • Establecer marcos regulatorios de protección de datos estratégicos.
  • Negociar colectivamente el acceso a hardware cuántico y servicios en la nube.

El objetivo no es competir de igual a igual con potencias globales, sino ocupar nichos de valor estratégico: algoritmos, metrología, simulaciones aplicadas y auditorías de seguridad post-cuántica.

Ética cuántica y doctrina de inteligencia

El uso de CQ plantea dilemas éticos complejos. ¿Hasta qué punto es legítimo emplear capacidades de descifrado masivo o vigilancia predictiva?

Se requieren principios de legalidad, proporcionalidad y transparencia (Floridi, 2013). La doctrina de inteligencia debe incorporar auditorías externas, trazabilidad de algoritmos y control parlamentario con capacidad técnica.

En América Latina, donde los sistemas de inteligencia han enfrentado históricamente déficits de transparencia, la llegada de la CQ obliga a repensar la relación entre seguridad y democracia. El riesgo es que la tentación de vigilancia totalitaria erosione derechos fundamentales. La ética cuántica exige no solo buenas prácticas, sino marcos institucionales robustos y verificables.

Gobernanza, capacidades y cooperación

Cinco ejes orientan la gobernanza regional:

  1. Agencias nacionales de computación cuántica.
  2. Formación avanzada en física, ingeniería y ciberdefensa.
  3. Consorcios público-privados de innovación.
  4. Observatorios de vigilancia tecnológica y prospectiva.
  5. Planes nacionales de soberanía digital.

La cooperación regional en foros como MERCOSUR y CELAC será clave para negociar acceso, reducir dependencias y compartir costos de infraestructura. La experiencia europea con el programa Quantum Flagship ofrece un modelo de referencia: articular financiamiento público, laboratorios académicos y empresas privadas en torno a objetivos estratégicos.

Relaciones internacionales y soberanía tecnológica

La CQ redefine la competencia global. Estados Unidos y China lideran con trayectorias diferentes: Silicon Valley y universidades en un caso, planificación estatal centralizada en el otro. La Unión Europea intenta evitar la dependencia mediante programas propios, mientras que India y Japón avanzan en alianzas estratégicas.

Para América Latina, el riesgo es doble: quedar fuera de la definición de estándares y depender de proveedores que condicionen decisiones soberanas. La diplomacia científica debe convertirse en un pilar de la política exterior, promoviendo posiciones conjuntas en foros multilaterales y defendiendo principios de soberanía digital.

Escenarios prospectivos

La irrupción de Willow y de la computación cuántica avanzada obliga a construir escenarios prospectivos que orienten a los tomadores de decisión. La incertidumbre no es un obstáculo, sino una herramienta: los escenarios permiten explorar futuros plausibles y diseñar políticas que reduzcan riesgos y aprovechen oportunidades (Lowenthal, 2017; World Economic Forum, 2024). En este sentido, se presentan tres trayectorias posibles, cada una con implicancias distintas para la seguridad, la inteligencia y la gobernanza global.

Escenario 1: Hegemonía tecnológica occidental regulada

En este escenario, Estados Unidos y sus aliados logran mantener el liderazgo en computación cuántica, consolidando un ecosistema seguro en torno a Willow y tecnologías similares. Se establecen marcos multilaterales de control que incluyen la adopción de estándares post-cuánticos, mecanismos de certificación de hardware y foros de cooperación científica. El resultado es una relativa estabilidad internacional, donde los riesgos de proliferación y uso malicioso se encuentran moderados.

Implicancias:
La principal consecuencia para América Latina y otras regiones periféricas sería la profundización de la dependencia tecnológica. Los países accederían a servicios cuánticos a través de proveedores externos —en su mayoría estadounidenses y europeos— lo que limitaría las posibilidades de innovación soberana y colocaría a la región en una posición de “usuario subordinado”. A pesar de la estabilidad relativa, este escenario no elimina la asimetría estructural: el centro conserva el control del conocimiento, los recursos críticos y la fijación de normas (Nye, 2004; RAND Corporation, 2023).

Escenario 2: Fragmentación cuántica y competencia geoestratégica

Aquí, la carrera tecnológica se intensifica entre grandes bloques. Estados Unidos, China, Rusia, la Unión Europea e India desarrollan sus propias infraestructuras cuánticas y crean “ciberbloques” incompatibles entre sí. El desacoplamiento digital genera barreras de interoperabilidad, lo que eleva los costos económicos y multiplica la inestabilidad. La lógica de bloque impone presiones sobre los países periféricos, que se ven obligados a alinearse con un polo de poder o a enfrentar sanciones y exclusiones tecnológicas.

Implicancias:
Este escenario incrementa el riesgo de conflictos híbridos, espionaje industrial y ciberataques masivos. La competencia cuántica se traduce en rivalidad militar y económica, lo que incrementa la vulnerabilidad de países no alineados. Sin embargo, también abre una ventana de oportunidad: los Estados que logren mantener una “neutralidad activa” pueden diversificar socios, aprovechar la competencia entre potencias y posicionarse como mediadores normativos o proveedores de servicios especializados.

Escenario 3: Colapso de gobernanza y proliferación maliciosa

En el peor escenario, fracasan los intentos de regulación internacional y Willow, junto con otras tecnologías cuánticas, se utiliza sin restricciones por parte de Estados autoritarios, corporaciones privadas, organizaciones criminales y grupos extremistas. La ausencia de normas compartidas facilita la proliferación de capacidades ofensivas, desde el descifrado masivo hasta el sabotaje de infraestructuras críticas.

Implicancias:
El resultado sería una crisis sistémica global, marcada por la pérdida de confianza en las redes digitales, disrupciones económicas, manipulación de procesos políticos y violaciones generalizadas de derechos humanos. Este escenario conlleva la aparición de “refugios tecnológicos”, es decir, países que intentan aislarse digitalmente para proteger sus infraestructuras, lo que acelera la fragmentación del orden internacional (World Economic Forum, 2024).

Reflexión final sobre los escenarios

Los tres escenarios no son excluyentes; es probable que elementos de cada uno coexistan en la realidad futura. La hegemonía tecnológica occidental puede convivir con fragmentación regional y, a la vez, con proliferación maliciosa parcial. Por eso, la estrategia más sensata para América Latina es la neutralidad activa: no alinearse de manera acrítica con un solo bloque, sino aprovechar la competencia global para fortalecer autonomía relativa, consolidar soberanía digital y proteger derechos fundamentales.

Conclusiones

El análisis de Willow y la computación cuántica confirma que estamos ante un punto de inflexión estratégico: más que un avance técnico, representa un hito que redefine los equilibrios de poder, acelera la competencia tecnológica y plantea desafíos inéditos en soberanía digital, ciberseguridad y gobernanza global.

Si bien la tecnología abre oportunidades en innovación y desarrollo, también multiplica riesgos como la proliferación incontrolada, el uso malicioso y la erosión de derechos fundamentales. Esto exige respuestas normativas y éticas tempranas que aseguren transparencia, control civil y confianza democrática.

América Latina enfrenta el reto de evitar una nueva dependencia estructural. La clave no está en competir frontalmente con las potencias, sino en ocupar nichos estratégicos —software cuántico, validación post-cuántica, algoritmos de optimización— apoyados en cooperación regional, formación de talento y políticas de soberanía tecnológica.

En última instancia, Willow simboliza la tensión entre dependencia y soberanía, innovación y ética, seguridad y democracia. El futuro dependerá de si los Estados y las sociedades eligen construir un orden digital cooperativo e inclusivo, o si se resignan a un escenario fragmentado y desigual.

Referencias

Aviso Legal: El contenido del presente artículo no fue redactado por #ElAnalista, siendo el mismo de exclusiva autoría y propiedad intelectual de su creador. El artículo podría no reflejar las opiniones de #ElAnalista como organismo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.