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NARCOTERRORISMO. ¿Combinación de delincuencia organizada, terrorismo e insurgencia?

Autor: Patricio Orlandini – Abogado especialista en Abogacía del Estado y Maestrando en Inteligencia Estratégica Nacional.

“Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”

Atribuida a Albert Einstein (1879-1955)

En los últimos años el crimen organizado ha aumentado el uso de la violencia en su búsqueda por proteger su negocio, dominar territorio, entre otros factores, esto lleva a preguntarse si seguimos frente al crimen organizado o las organizaciones criminales están transformándose en actores armados no estatales terroristas.

Se puede sostener que las organizaciones criminales no son terroristas ni insurgentes, sino entidades con fines de lucro que utilizan el terrorismo como herramienta táctica como también la insurgencia para alcanzar sus fines económicos.

El crecimiento de la competencia dentro del bajo mundo criminal, ha provocado en las organizaciones que operan en el mismo que estas diversifiquen sus actividades a fin de incrementar sus ganancias. Todo esto provoca mayor violencia, incurrir en actividades depredadoras, su paramilitarización y esto conlleva a que se dude de si se puede seguir hablando de crimen organizado.

Algunos autores sostienen que estos actores armados no estatales que llevan la violencia hacia niveles extremos estarían evolucionando hacia organizaciones terroristas. Por otro lado, una corriente se inclina a hablar de insurgencia criminal; mientras que muchos siguen defendiendo la postura de que se trata de organizaciones criminales que hacen uso de tácticas terroristas para lograr sus fines económicos. En este último caso, se trata de actores armados no estatales dedicados al crimen organizado cuya motivación es el lucro, los cuales hacen uso táctico de actos terroristas y/o insurgencia para la consecución de sus fines.

Los conceptos de los que venimos hablando presenta una multiplicidad de definiciones, que en muchas oportunidades prestan a confusión o por lo menos poca claridad, si se pueden apreciar elementos claves.

En cuanto al crimen organizado, una base que permite ir aclarando los conceptos la encontramos en la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional (Convención de Palermo)[1], la cual expresa: A)“Grupo delictivo organizado”: se entenderá por grupo estructurado de tres o más personas, que existe durante un período de tiempo y actúe concertadamente con el objetivo de cometer uno o más delitos graves o delitos tipificados de conformidad con la presente Convención, a fin de obtener, directa o indirectamente, un beneficio financiero u otro beneficio material. B)“Grupo estructurado” significará un grupo que no se forma aleatoriamente para la comisión inmediata de un delito y que no necesita tener funciones formalmente definidas para sus miembros, continuidad de su membresía o una estructura desarrollada.

Para establecer la presencia de delincuencia organizada se necesitan: 1) un grupo conformado por tres o más personas, 2) actuación en conjunto durante un período de tiempo, 3) su finalidad sea la obtención de lucro, beneficio económico.

Por su parte, existen variadas definiciones de terrorismo, aunque poniendo como base su característica esencial que es la visión política, Fernando Reinares lo define: “Conjunto de acciones violentas que generan, en u determinado agregado de población, efectos psíquicos desproporcionados respecto a sus consecuencias materiales que tienen el propósito de condicionar las actitudes de dicho grupo social y orientar su comportamiento en una determinada dirección”.

Podemos mencionar algunos puntos comunes entre la mayoría de las definiciones, violencia premeditada, vinculada y motivada políticamente, intención de crear un ambiente de miedo, intimidación y terror entre la población o entre un grupo específico, ataques a civiles o funcionarios públicos, y perpetrado por grupos subnacionales o agentes clandestinos.

La motivación política es de vital importancia, el objetivo principal del terrorismo y su justificación es el avance de una causa política. El uso de la violencia sin motivación política por parte de una organización puede ser considerado un delito común.

El otro grupo que se pone en análisis es la insurgencia, fenómeno que tiene múltiples definiciones y tipologías, la que podría concebirse como un ejército irregular que combate a las fuerzas de seguridad del estado y que suele contar con numerosos partidarios. Sus ataques se dirigen a puestos de autoridad gubernamentales mal defendidos y su objetivo es liberar o conquistar territorios para establecer un gobierno alternativo.

Las diferentes definiciones coinciden en que la insurgencia es un actor, o conjunto de actores, que persiguen un cambio radical en el orden público y social existente, y que para ello se enfrentan de manera organizada y prolongada en el tiempo a la autoridad política establecida (sea nacional o extranjera) en cada territorio, a través de una estrategia efectiva de movilización social y con uso de la fuerza.


Las características son:

  • Persecución de un objetivo específico de carácter político
  • Reconocimiento y aceptación por parte de la población (apoyo popular), determinando su éxito o fracaso
  • Desequilibrio de fuerzas, por lo que los insurgentes optan por un enfrentamiento asimétrico.

En primer lugar, no pareciera existir dificultades para diferenciar el crimen organizado y los fenómenos de la violencia política; aunque la realidad a menudo intento boicotear las teorías. La evolución que han presentados las organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico, en particular lo que se puede apreciar en México, van inclinando a muchos especialistas en adicionar elementos a la conceptualización del crimen organizado.

El uso de la violencia extrema, es uno de ellos, y razón por la que se interpreta una transformación de las organizaciones criminales en terroristas o insurgentes, persistiendo el elemento de la motivación como punto focal de diferenciación con la violencia política.

Encontramos posturas que defienden que no existe una dicotomía absoluta entre crimen organizado y terrorismo, es posible identificar una serie de vínculos entre ambos. Un primer punto estaría dado por la interacción, cuando terroristas y criminales, operan en conjunto o en competencia; apropiación, las organizaciones terroristas utilizan la metodología de las organizaciones criminales o viceversa, asimilación que lleva a una hibridación de la organización, dificultando qué rol predomina (político o económico), y la transformación, al producirse un cambio de identidad total.

En este sentido, Tamara Makarenko (2004) observa cuatro categorías:

  • Alianzas
  • Motivaciones operativas
  • Convergencia
  • Síndrome de Agujero Negro. (Estados fallidos / débiles)

La situación de México, se utilizan múltiples términos, estos autores hablan de especie de convergencia o evolución hacia entidades híbridas.

Volviendo al tema del terrorismo se pueden mencionar tres generaciones, conforme Leitner (2012).

  1. Terrorismo realizado por pequeños grupos, con pocos recursos, con motivaciones políticas e ideológicas que atacan gobiernos, empresas e instituciones financieras.
  2. Terrorismo de Estado con predominio de motivaciones religiosas (Hezbollah)
  3. Terrorismo apolítico, orientado a los negocios, confrontando con gobiernos rivales y actores no estatales. Liderado por grupos que tienen una riqueza sin precedentes, que utilizan para financiar y expandir sus actividades.

Conforme esta concepción, las organizaciones de narcotraficantes mexicanas se ubicarían en la tercera opción.

Posturas similares, sostienen qué si bien las organizaciones criminales se encuentran motivadas por los beneficios económicos, la metodología utilizada coincide fuertemente con las tácticas de los grupos terroristas, caso de secuestros, asesinatos en masa, ataques a funcionarios públicos. Siguiendo esta postura los grupos criminales de México, no buscan un cambio de gobierno en la concepción habitual, sino dañar la capacidad del mismo para actuar contra los grupos criminales, buscando que se tornen incapaces de modificar el status quo[2] de los grupos narcotraficantes. En base a esto consideran que son organizaciones híbridas, hablando de terrodelincuencia o narcoterrorismo.

Esta estaría conformada por un grupo de personas, originadas en la delincuencia organizada transnacional o no, cuya finalidad es meramente económica que realiza actos contra la integridad física o psíquica de las personas, como contra los bienes o servicios públicos y privados, utilizando medios que causen temor, terror en la sociedad, con tácticas ofensivas en lugar de defensivas, uso de armas de alto poder y/o métodos de tortura y asesinato tortuoso.

En concreto refiere a un tipo de terrorismo sin objetivos políticos, siendo el término más utilizado es el de narcoterrorismo.

Por el lado de la insurgencia, autores ven la evolución de los cárteles mexicanos como una clase de insurgencia que carece de un objetivo político claro, las organizaciones criminales realizan actividades más similares a los grupos insurgentes, utilizando el término de narcoinsurgencia o insurgencia criminal.

En relación a la insurgencia criminal, refiere a un tipo de insurgencia no definida en función de su motivación política, sino del desafío a la capacidad normativa del gobierno; su única motivación política es la obtención de autonomía y control económico sobre un territorio. La única motivación es la creación de enclaves criminales para garantizar la libertad de operación de las organizaciones en un territorio, afectando la integralidad y gobernanza del estado. Lo que John Rapley expresaba como la nueva edad media[3].

Esta insurgencia lo político e ideológico del concepto tradicional es suplantado por la obtención de beneficio económico, la economía ilícita rige a la insurgencia criminal.

Es decir, se modifica su motivación, buscan la impunidad en su accionar delictivo, realizar sus actividades criminales sin que las autoridades estatales actúen, razón por la cual precisan el control de cierto territorio, en el cual se establecen como autoridad política, operando a través de la violencia y la corrupción, en la concreción de sus propósitos. Su poder político surge de su accionar violento y coercitivo.

Esto deriva en una amenaza a la soberanía, la estabilidad y gobernabilidad del Estado, lo que lleva a mencionarla como insurgencia criminal basada en lo económico con afectación a la política.

Reafirmando esta visión, se puede expresar en relación a las organizaciones narcotraficantes y otras bandas: conforman un tipo de insurgencia que pretende alterar el Estado en su búsqueda de producir espacios que les aseguren rentabilidad económica y social, sin necesidad de interesarse en forma directa con lo político, pero que indirectamente se ve afectado.

Se observa como denominador común de lo que se viene fundamentando, las organizaciones criminales deberían ser calificadas como terroristas o insurgentes, acorde las características que se presenten, por el uso táctico de la violencia y el terror; no presentar más argumentos que puedan sostener que tienen objetivos políticos específicos, solo se basan en el uso táctico y de métodos para hablar de organizaciones híbridas.

Se sabe que el crimen organizado, en el último tiempo, ha sembrado miedo y terror en su forma de actuar, similar al terrorismo, también gozan de apoyo popular en ciertos casos en los territorios bajo su control, como las entidades insurgentes; pese a todo ello, sigue existiendo claramente la diferenciación en la motivación, el beneficio económico.

Podemos decir, como surgiría en la conocida película “El Padrino: no es personal son tan solo negocios”.

Si se reconoce que todas estas organizaciones representan una amenaza para el Estado. Mientras en el caso de las criminales buscan el control de la estructura estatal, órgano judicial, policial, en su objetivo de influir en sus decisiones para proteger sus ganancias, evitar la prisión y que sus familias estén a resguardo, las terroristas e insurgentes pretenden revolucionar las estructuras del estado a fin de que se ajusten a sus convicciones políticas o ideológicas.

Las organizaciones narcotraficantes, estructuradas en grandes corporaciones defienden sus mercados, extienden su porción y van tras la maximización de ganancias, sea por la vía de crear mercados ilegales, actos de terror o de un accionar similar a los grupos insurgentes, en definitiva, buscan la adquisición de activos, proteger los intereses de la empresa ilegal tanto frente al estado como a su competencia. Ninguno de estos ataques son fruto de una decisión con finalidad política, aunque de ellos resulte involucrado el asesinato a políticos o control territorial como el caso de los grupos insurgentes. Por el contrario, procuran la continuación de sus negocios clandestinos; desarrollar su negocio de la protección.

Estas dinámicas dieron lugar al uso del neologismo[4] “narcoterrorismo”, que resulta útil para sintetizar la relación de los cárteles narcotraficantes y las acciones típicamente asociada al accionar terrorista o insurgente.

El uso que se estaría dando a dicho término pareciera simplificar demasiado su significado en la realidad práctica, sería una combinación de los términos narcotráfico y terrorismo, dando espacio a una inadecuada comprensión de la violencia y características que presentan las organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico.

Para etiquetar una organización criminal como terrorista solo sería necesario verificar su comportamiento, que encuadre dentro de cualquier accionar que genera terror psicológico y material.

Entonces podríamos argumentar que se convierten en terroristas aquellas organizaciones criminales que secuestran, asesinan en masa, ponen explosivos, poseen armamento de alto poder y que tengan como alguno de sus objetivos el ataque a funcionarios estatales.

En cuanto a la insurgencia, su diferenciación de otras formas violentas, está dada por su impulso, que no es la violencia por sí misma, sino la motivación de su uso y que se trata de un grupo que no se encuentra en el poder contra el que sí lo está, siendo en definitiva una lucha por la legitimidad. Para esto, requieren, elemento clave, de una causa atractiva con la que obtener el apoyo masivo de la población, cuestión ajena a las organizaciones criminales dedicadas al tráfico ilegal de drogas. Si bien dicho elemento es importante, no es suficiente definir a las organizaciones como híbridas.

Las organizaciones criminales hacen uso del apoyo popular atento que resulta vital para su supervivencia, buscan evitar la filtración de información a las autoridades, estas no obtienen una movilización social continuada; tampoco los lideres criminales son actores que tengan el carácter de interlocutor válido para mediar con las autoridades políticas para la búsqueda de desmovilizarse.

Englund (2020), resulta claro en esta argumentación: “si un movimiento violento es de naturaleza criminal y moviliza su impulso por motivos económicos y no pretende sustituir el gobierno político vigente, pero si pretende afectar su capacidad de hacer frente a la criminalidad, por lo tanto, no se trata de una insurgencia”.

Se podrá decir que muchas veces las organizaciones criminales toman parte en los procesos electorales, pretendiendo convencer a los candidatos para que no afecten en el futuro sus intereses, que se mantenga el status quo. Al igual cuando financian campañas electorales o directamente eliminan candidatos, su fin último es seguir controlando el mercado ilegal de drogas y su territorio.

A modo de conclusión, podríamos señalar que las organizaciones criminales no apuntan a erosionar el orden político y social, no quieren reemplazar al Estado, tan solo optan por lograr el control de las decisiones de los funcionarios gubernamentales ya sea haciendo uso de la corrupción o bajo la amenaza del uso de la violencia en su contra, de esta manera proteger sus intereses de maximizar sus ganancias.

Es importante destacar que una clara identificación del fenómeno delictual resulta esencial para una eficaz y eficiente aplicación de la ley, para la selección o implementación de las medidas correctas, tanto a nivel investigativo como de inteligencia, sea para enfrentar el terrorismo, la insurgencia o el crimen organizado transnacional.

Asimilando una de las máximas atribuidas a Albert Einstein “Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”, con esto queremos cerrar dejando claro en opinión personal, no se puede aplicar los mismos métodos, medidas y herramientas para enfrentar fenómenos distintos.

[1]https://www.unodc.org/documents/treaties/UNTOC/Publications/TOC%20Convention/TOCebook-s.pdf

[2] statu quo Loc. lat.; literalmente ‘en el estado en que’ 1. m. Estado de cosas en un determinado momento. (https://dle.rae.es/statu%20quo)

[3] https://www.foreignaffairs.com/world/new-middle-ages

[4] Neologismo: De neo-, el gr. λόγος lógos ‘palabra’ e -ismo.

1. m. Ling. Vocablo, acepción o giro nuevo en una lengua.

2. m. Ling. Uso de neologismos. (https://dle.rae.es/neologismo)

Bibliografía

ENGLUND, S. Mexican drug cartels are violent – but they´re no terrorists. War

on the Rocks, 2020. https://warontherocks.com/2020/02/mexican-drugcartels-

are-violent-but-theyre-not-terrorists/ Accessed 9 March 2020.

GAON, F. ¿Son los cárteles mexicanos terroristas? La Amenaza terrorista en América Latina. Congreso Judio Latinoamericano – https://federicogaon.com/son-los-carteles-mexicanos-terroristas/ (Mayo 2023)

LEITNER, P.M. The nexus between organized crime and terrorism: the case of

Mexico and WMD. In S.R. Di RIENZO; Y. ZYLA; M. XHARO (Eds.), Uniting Intelligence Efforts to Tackle New Emerging Threats (pp. 29-46). Tiranë:

European and Security Affairs Journal, 2012

MAKARENKO, T. The Crime – Terror Continuum: Tracing the Interplay between Transnational Organised Crime and Terrorism. Global Crime, 6(1), pp. 129-145, 2004.

OSORNO, D.E. El Cartel de Sinaloa. Una historia del uso político del narco. México: Grijalbo, 2009

RUIZ, A. Terrodelincuencia: un nuevo término para un nuevo fenómeno de violencia en México. Instituto de Investigaciones Estratégicas de la Armada de México, pp. 1-21, 2017.

UNODC, Convención de las Naciones Unidaas contra la Delincuencia Organizada transnacional y sus Protocolos. Naciones Unidas 2004

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Un comentario en «NARCOTERRORISMO. ¿Combinación de delincuencia organizada, terrorismo e insurgencia?»

  • Excelente Dr. Orlandini P. Una claro aporte para dejar un conocimiento sobre este flagelo que hoy día se encuentra en un constante crecimiento por parte de organizaciones ya establecidas en el territorio argentino, y que propagan el miedo en varios sectores de la población, acciones de las que poco se habla pero que ya tiene varios acontecimientos de similares características. Saludos.!

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