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“Inteligencia en el ámbito de la Seguridad y Defensa Nacional: ¿Para qué sirve y para qué no?”

Mediante este artículo se intentará aclarar el concepto de inteligencia aplicada a la Seguridad y Defensa de una Nación y así,  desmitificar y acotar este concepto.

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Creo que reviste de vital importancia responder esta pregunta, ya que nos encontramos ante un concepto polisémico que muchas veces se utiliza de manera errónea por parte de los medios de comunicación y la ciudadanía en general, generándose mitos y fábulas sobre la función de la inteligencia, el rol de cada uno de sus componentes y el accionar de las principales agencias públicas o privadas que se dedican a la mencionada tarea.

A fin de poder desmitificar el concepto, y de poder acotarlo de manera precisa a los ámbitos de Seguridad y Defensa, se realizará una conceptualización de lo que realmente significa “inteligencia” y una descripción de cómo opera este proceso relacionado con la toma de decisiones en los ámbitos previamente mencionados.

En nuestra vida diaria, solemos encontrarnos con diferentes usos y significaciones del concepto de inteligencia. Podemos encontrar esta palabra como un sustantivo referido a una facultad mental y de la razón humana, podemos encontrarla como sub-tipos de esta facultad, tales como la inteligencia emocional, la inteligencia lógica, la inteligencia lingüística, entre otras. También podemos encontrarla seguida de otros adjetivos como por ejemplo la inteligencia artificial, referida a la aplicación de tecnologías a actividades de razonamiento humano. Como podemos ver, es un concepto altamente polisémico el cual merece ser acotado.

En nuestro caso, cuando hablamos de inteligencia nos estamos refiriendo a un proceso enmarcado dentro de la toma de decisiones. Siguiendo a Barrios (2009) diremos que la inteligencia es un ciclo o secuencia de actividades para la obtención de información y producción de conocimiento, el cual disminuye la incertidumbre y mejora el proceso de toma de decisiones. Otra definición con la que acordamos es la de Navarro (2009):

Como proceso, el ciclo de inteligencia (basado en la identificación de necesidades de información, la obtención, el análisis y distribución de conocimiento), define las fases necesarias para alcanzar un resultado final: un producto de inteligencia necesario para la toma de decisiones (p. 109)

Como se ha detallado, podemos entender la inteligencia como un ciclo, un proceso o una secuencia de pasos que nos permiten obtener un conocimiento que ayuda a los tomadores de decisiones y policymakers a inclinarse por determinada opción, dar determinada orden o realizar determinada acción.

Pero aun así, es pertinente preguntarse para qué sirve la inteligencia aplicada a ámbitos como Seguridad y Defensa Nacional. Diremos que si bien la inteligencia reviste una gran importancia en cualquier sector (tanto público como privado) en el cual se tomen decisiones de gran calibre, en estos dos sectores la importancia es aún mayor, ya que nos permite contar con un mejor conocimiento a la hora de tomar decisiones para prevenir y anticiparse a riesgos y amenazas que afectan o podrían a afectar a una parte o la totalidad de una población. Mediante ella entonces, los países podrán tener conocimiento, estimaciones y pronósticos sobre cuáles son vulnerabilidades y cuáles son sus capacidades de responder ante ellas.

Ahora bien, habiendo explicado de que se trata este proceso, creemos que es necesario seguir acotando y precisándolo a fin de obtener una definición más detallada de la materia. Más allá de entender que se trata de un ciclo que mejora la toma de decisiones, muchas veces nos encontramos ante situaciones en las cuales se confunde “Inteligencia” con “Información” y con “Espionaje”.

Esto se debe a que muchas veces se habla indistintamente de todos estos aspectos. Creemos pertinente utilizar la clásica definición de Kent (1966) por la cual la inteligencia a su vez puede ser entendida como:

Un ciclo, como ya la habíamos definido, en el cual se obtiene y analiza información para llegar a un conocimiento que mejore la toma de decisiones.

Un producto o resultado final entendido como el resultado de ese ciclo, el cual está listo para ser comunicado, generalmente en modo de informe, presentación u otros formatos.

Una institución, la cual puede encontrarse tanto en el público como en el privado, que lleva adelante este ciclo respondiendo a las necesidades de inteligencia de un ejecutivo, un ministerio, el ejército, entre otros.

A grandes rasgos, suele confundirse inteligencia con información cuando no se entiende que la información y los datos son la materia prima del ciclo de Inteligencia. El resultado de este ciclo brindará un análisis detallado e integrado sobre determinado asunto, para el cual se tuvo que recabar información y analizarla. Cuando se confunde inteligencia con espionaje o con espías, se está desconociendo que la actividad del espionaje es tan solo una de las actividades relacionadas con una de las fases del ciclo de Inteligencia: la de obtención de datos (en el caso del espionaje, generalmente, referidas a fuentes del tipo HUMINT).

Habiendo acotado y especificado nuestro concepto, nos corresponde intentar explicar de manera clara en que consiste cada fase de este ciclo. Si bien existen muchas clasificaciones y muchas formas de esquematizar y separar estas fases, podemos más o menos identificar cuatro etapas claras que permiten la elaboración del producto final o informe:

La primera es la de dirección en la cual se identifican las necesidades de inteligencia y se establece una directiva de inteligencia, una pregunta o una petición.

La segunda etapa corresponde a la obtención de datos: se recogen los datos que luego se analizaran en la siguiente fase. Aquí sí cabe hablar, como ya habíamos mencionado, de “espionaje”. Generalmente, las fuentes de obtención de estos datos son humanas, fuentes abiertas (internet), de señales (señales telefónicas, por ejemplo), de imágenes satelitales y de imágenes y fotografías (HUMINT, OSINT, SIGINT, GEOINT e IMINT respectivamente)

La tercera etapa será la de análisis de datos. En esta etapa el analista de inteligencia evaluará la información y deberá elaborar el producto final que ayude a la toma de decisión. Esta etapa está acompañada de la última y cuarta fase que refiere a la distribución del producto final según los requerimientos del decisor.

Entonces, es esta secuencia de etapas la que permite al decisor contar con un conocimiento más elevado a la hora de decidir. Este ciclo puede ser clasificado, por ejemplo, siguiendo la Ley de Inteligencia Nacional N.º 25.520 de la República Argentina, en la cual podemos encontrar diferentes tipos de inteligencia según el ámbito dentro de Seguridad y Defensa en el que se desempeñe y con que objetivos.

La Inteligencia Nacional consiste en la producción de inteligencia referida a las amenazas, riesgos y conflictos que afecten la seguridad interior o exterior de la Nación. La Contrainteligencia es el conjunto de actividades destinado a evitar actividades de inteligencia de otros actores que puedan amenazar la Seguridad de la Nación, así como también restringir la difusión de documentos e información sensible. La Inteligencia Criminal refiere a la producción de inteligencia referida a actividades criminales específicas a fines de reducir las amenazas delictivas. Finalmente, la Inteligencia Militar trabaja en relación con las capacidades y debilidades del potencial militar de los países que interesen desde el punto de vista estratégico de la Defensa.

Por último, debemos responder la segunda parte de la pregunta original: ¿Para qué no sirve la Inteligencia?. Como decíamos al principio del artículo, la función de los servicios de inteligencia está impregnada de mitos y falsedades. Muchas veces se sobreestima el rol que tiene tanto el ciclo de inteligencia y su producto, como las organizaciones que los llevan adelante. Por más de que existan muchos casos verídicos, y no tan verídicos, en los cuales los servicios de inteligencia han sobrepasado sus funciones, es de nuestro interés establecer para que no sirve idealmente la inteligencia.

En primer término, inteligencia no es lo mismo que toma de decisiones. El analista de inteligencia explica a los políticos o decisores que es lo que está sucediendo y cuáles son los escenarios a futuro. En otras palabras, la inteligencia está mucho más cerca del asesoramiento que de la toma de daciones en sí, pero siempre desde un lugar objetivo y de fiabilidad profesional. Siguiendo a Jordán (2015) la inteligencia no debe ofrecer recomendaciones basadas en preferencias o ideologías políticas, algo que si es común en los análisis de los tanques de pensamiento. A diferencia de las otras áreas o ministerios de un Estado, que a partir del conocimiento hacen uso de él creando políticas públicas, los servicios de inteligencia no deberían utilizar el producto de inteligencia para actuar por su cuenta.

En segundo punto, debemos tener en claro que la inteligencia aporta conocimiento que mejora significativamente la toma de decisiones, pero esto no significa que aporte un conocimiento con objetividad absoluta y certeza infalible. Esto se debe a que, al tratarse de una actividad humana, puede estar nublada de subjetivad y sesgos propios del analista.

En tercer y último lugar, la inteligencia no debería emplearse con fines políticos internos. Con esto nos referimos a que el objetivo de la producción de inteligencia por parte de las agencias nacional es el fin de prevenir y anticiparse a las amenazas y riesgos que afectaran a la población. Por más de que existan numerosos ejemplos, como el caso Watergate o el caso Pegasus, los servicios de inteligencia no deberían responder a peticiones del gobierno de turno para realizar actividades en torno a opositores políticos.

Referencias:

  • Barrios, M. A. (2009).  Diccionario latinoamericano de seguridad y geopolítica. Buenos Aires, Argentina: Biblos.

  • Jordán, J. (2015). Introducción a la inteligencia en el ámbito de seguridad y defensa. Grupos de estudios de seguridad internacional. Universidad de Granada.

  • Kent, S. (1966). Intelligence in War: knowledge of the enemy from Napoleon to Al-Qaeda. Nueva York, Estados Unidos: Knopf.

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