EL PERFIL PSICOCRIMINAL DEL TERRORISTA SUICIDA
Autor: Mauricio J. Campos. Experto en Terrorismo y Crimen Organizado.
Los líderes terroristas actuales apuestan por una violencia impactante que cause el mayor daño económico y político posible.
Campos, Mauricio J. (2018), Yihadismo, violencia y propaganda
Mustafá Setmarian, el ideólogo
Mustafá Setmarian (Alepo, 1958) alcanzó uno de sus puntos culminantes cuando conoció y se vinculó a Osama bin Laden en Afganistán en los inicios de Al Qaeda, y al que luego criticó por sus estrategias. Su perfil lo señala como un experimentado instructor y experto en guerra de guerrillas, editor, periodista y autor de varios libros. En 2004 publicó el volumen Llamada a la resistencia islámica global.
A través de su obra-guía, Mustafá Setmarian se volvió el más influyente ideólogo de las técnicas que utiliza actualmente el islamismo radical (como es el caso de Estado Islámico), dándole un nuevo impulso después de un período de estancamiento tras los atentados del 11-S y la consiguiente represalia occidental con el exterminio de los campos de entrenamiento en Afganistán y la ocupación de Irak.
Renovó su estrategia y las tácticas operacionales, planteando el desarrollo de una nueva fase de la yihad que implica el diseño, planificación y ejecución del acto terrorista por individuos solitarios y pequeños grupos autónomos (o células) según sus propias capacidades, sin conexión entre ellos y desvinculados de liderazgos jerárquicos, actuando en una amplia diversidad de frentes para desmoralizar y desgastar al enemigo, confrontando a través de una guerra de guerrillas y ejerciendo el control de zonas o territorios para establecer un nuevo califato bajo la ley del Corán o la Sharía. Cabe destacar como ejemplo la guerra civil siria y, actualmente, la disputa por amplias franjas territoriales de África. Las ideas de Mustafá Setmarian suponen una mayor flexibilización de las redes terroristas (despojadas de estructuras rígidas), de su modus operandi y de sus pautas de organización y actuación.
La situación planteada es compleja, ya que esta oleada terrorista, monopolizada por el integrismo islámico, es la peor de todas las padecidas en la historia. Se constituye en parte del renovado fundamentalismo monoteísta de fines del siglo XX, aunque hay una diferencia crucial en su radicalización, que involucra su fe religiosay la posible autodestrucción (actual terrorismo suicida), como una vía virtuosa para alcanzar sus objetivos.
Quizá los grupos terroristas islámicos podrán sobrevivir en estas circunstancias, sobre todo cuando es casi imposible infiltrarlos, situación en la cual quedan reflejados los inconvenientes de los actuales servicios de Inteligencia occidentales para combatir y coordinar acciones contra este flagelo. Tampoco se avizoran actualmente alternativas a las guerras preventivas y sus daños colaterales.
En síntesis, la nueva yihad pergeñada por Mustafá Setmarian ha roto con viejos patrones organizativos (selló por años el pasado de Al Qaeda), instaurando un nuevo paradigma o modelo a seguir. Nuevos aspectos se han vuelto relevantes en el diseño y ejecución del acto terrorista.
Se asiste a una nueva etapa u oleada signada por el acceso a la cultura digital, la multiplicidad de objetivos en distintos frentes, aún entre su propia población, y lo impredecible del terrorismo suicida en ascenso, obligando con esto a los gobiernos que los combaten a redefinir y priorizar sus políticas de defensa, prevención hacia el interior de sus propias fronteras e intervencionismo armado.
Es muy difícil la tarea de determinar perfiles de autor, con sus características o tipologías y establecer, de esta manera, un patrón identificatorio. Se presenta un cuadro muy heterogéneo en estos sujetos. Ya sean líderes yihadistas exiliados, los inmigrantes de segunda o tercera generación, y una de las mayores preocupaciones (quizá más ligada a los países europeos), la de los conversos o del terrorismo autóctono de origen interno con una radicalización independiente de la cultura parental y de la religión (con escasa vinculación al Islam y desconocimiento de los fundamentos del Corán), así como los excombatientes o “retornados” de las zonas de conflicto, aquellos que regresan a sus países con la posibilidad de atentar o reclutar, situación que se intenta evitar impidiendo que vuelvan.
Entre otras resoluciones de la ONU, destacan la 2.178 (2014) que dictamina sobre el seguimiento y desarticulación de las rutas del tráfico de armas y el flujo de combatientes extranjeros desde y hacia los escenarios de conflicto, y la 2.249 (2015) condenando los ataques de diversas organizaciones terroristas y exhortando a la eliminación de sus refugios, dando un marco jurídico a las contramedidas adoptadas por los países miembros a través de una respuesta coordinada.
Los nuevos terroristas pasan desapercibidos: no lucen barbas largas, ni turbantes o vestimenta radical.
Se presenta una mayor flexibilidad doctrinaria: usan tatuajes, se sacan selfies, consumen alcohol, drogas, y mantienen relaciones con mujeres fuera del matrimonio.
No sólo las Mezquitas dispersas en el extranjero como asiento ideológico y/o religioso preocupan como bases de operaciones de posibles atentados, ya que es un fenómeno que se ha globalizado en todos los ámbitos y contextos, sin problemas por atravesar fronteras y asumir principios y motivaciones sociales, políticas y religiosas o incluso de venganza, e involucra la participación de ambos sexos en los atentados. La diferencia de edad se ha ampliado: desde el final de la adolescencia y hasta la mediana edad (aproximadamente 16 a 40, con un promedio de 27 años, con mayor incidencia de varones). Los niveles de educación y cultura varían cada vez más y presentan un amplio espectro, viéndose en la actualidad un mayor nivel educativo (vinculado a las profesiones liberales), de cultura digital y un interés por viajar al extranjero. Generalmente son solteros, desocupados y provenientes de una familia de escasos recursos, aunque no pertenecen a grupos extremadamente marginados. Cuentan con un perfil narcisista y/o mesiánico; se ven como salvadores del mundo, se sienten mártires y personas incomprendidas por el sistema social y político. Presentan un fuerte nihilismo. Los traumas previos o antecedentes en la infancia, no son condición necesaria para que nazca un terrorista. Los perfiles actuales dan cuenta de antecedentes penales y criminales, que en ocasiones los vuelve agresivos y violentos. Cabe señalar que existe un alto porcentaje de radicalización en las cárceles y centros de detención, ya que el proceso de captación se suele hacer en grupo.
Hay un proceso de radicalización que al final conlleva un intenso sentimiento de pertenencia a un grupo y su cohesión, y el cual involucra un juramento de fidelidad. Consiste en la captación, reclutamiento, adiestramiento, adoctrinamiento y refuerzo del ideario extremista, todo con un trasfondo de control del comportamiento, del pensamiento y de las emociones, que pueden hallar explicaciones fundamentadas en las teorías psicológicas de, por ejemplo, Bandura, Pávlov y Skinner, siendo el modus operandi similar al de los reclutadores de las sectas destructivas. Como resultado, padecen distorsiones perceptivas sobre el propio grupo y lo consideran superior y merecedor del control del poder y de los idearios sociales. El terrorista suicida sufre un proceso de desconexión de la realidad así como la pérdida de empatía con las víctimas antes del atentado, todo regulado a través de la información que se le hace llegar. Carecen del sentimiento de culpa. Su perfil se aleja del asesino instintivo y desarrolla capacidades de reflexión, premeditación y estrategia en consecución de sus objetivos: estos extremistas son conscientes de sus actos. Hay una fuerte presión social/familiar y de grupo una vez asumida la condición propia de suicida.
Se torna muy complicada la labor de prevención, detección, disuasión y reacción ante estos hechos de violencia. El endurecimiento de la legislación del tipo represivo puede resultar hasta contraproducente. Quizá resulten medidas de carácter más meritorio aquellas de tipo estructural, como las de atacar las causas de la segregación a la que aluden o en la cual se encuentran insertos, por ejemplo, los inmigrantes (por citar un grupo de riesgo), y buscar una mayor integración.
Entre los diversos perfiles de sujetos funcionales a la causa del terrorismo, se pueden destacar:
- El señalador: es el que selecciona a posibles adeptos en internet. Internet es una de las principales herramientas del yihadismo para la captación, propaganda y proselitismo, ya que permite el trabajo de análisis sobre los perfiles de los posibles candidatos aptos para servir a la causa y su reclutamiento.
- El captador o reclutador: es aquel que realiza la aproximación física, estableciendo contacto por lo general a través de algún conocido. Este proceso está orientado habitualmente hacia los jóvenes por su razonamiento menos crítico, por ser más maleables y por presentar mayores problemas de adaptación social, entre cuyas principales problemáticas alegan exclusión por xenofobia o racismo, discriminación étnica y religiosa, rechazo social y/o político a pesar de cumplir con sus obligaciones ciudadanas.
- El formador o instructor: es el que adiestra en la doctrina yihadista, así como en el entrenamiento militar y físico. Suele ser un jefe de célula con experiencia en combate o muyahidín con un amplio bagaje disponible de fotos, vídeos e historias, material por lo general manipulado para trabajar e influir sobre el aspecto psicológico, y con el objetivo de anular la personalidad; y es que el proceso de radicalización, más que una cuestión doctrinaria (religiosa/cultural), es una cuestión estratégica.
- El financiador: es aquel que lleva las cuentas y busca vías de financiación.
- El muyahidín: es aquel que puede ser o un soldado o un suicida.
Modelos para el estudio de la personalidad antisocial
La selección de las siguientes teorías está dada por lo que puede considerarse una vinculación importante con el terrorismo, sobre todo del tipo suicida. En la utilización de sus postulados, su derivación ideológica y manipulación y, por supuesto, su aplicación práctica y operativa para la consecución de sus objetivos.
- Teoría de Aprendizaje Cognitivo Social, Albert Bandura.
Es una teoría de aprendizaje que aparece mediante la idea de que las personas aprenden observando e imitando lo que otros hacen. Esta teoría proporciona un marco para comprender, predecir y cambiar el comportamiento humano a partir de sus experiencias sociales y cómo estas influyen en su desarrollo. Seleccionando ambientes cuidadosamente, se explica que se puede influenciar en lo que una persona se convierte. Las elecciones de los individuos son influenciadas por sus creencias y capacidades y aprenden tanto comportamientos como estrategias.
- Ley del reflejo condicionado, de Pávlov.
La ley del reflejo condicionado es el resultado de una actividad psicológica en la cual se aplican técnicas para la modificación de la conducta, exponiendo a la persona a distintos estímulos. El término “condicional” se refiere a una relación en la cual los principios del condicionamiento se utilizan para la adquisición de hábitos. El principio es que se puede inducir un comportamiento bajo ciertas condiciones y uso de variables.
- Análisis experimental del comportamiento, de B. F. Skinner.
Se propone el uso extendido de técnicas psicológicas de modificación de conductas, principalmente el condicionamiento operante o instrumental a través de la asociación de refuerzos (recompensas) y castigos con una determinada conducta, como una forma de ingeniería social (manipulación). Sostiene que es posible producir tecnologías del comportamiento a través de distintas clases de estímulo. Cualquiera que fuese la respuesta que el sujeto realiza resultaría reforzada por una recompensa (la noción del martirologio en el ámbito yihadista, por ejemplo, “se emplea para designar una red de creencias, imágenes, símbolos y actos rituales que permiten interpretar los ataques suicidas como sacrificios ejemplarizantes realizados en beneficio de un bien o interés colectivo”). Este “refuerzo” es un concepto visto como un mecanismo central en el moldeamiento y control del comportamiento.
Fases del proceso suicida
- Fase ideativa: se empieza a gestar la idea, presente en forma alternativa.
- Fase deliberativa: análisis de los pros y los contras de la idea.
- Fase decisiva: etapa de angustia hasta la aceptación final de la idea. En este punto el sujeto es candidato ideal para ser captado por la propaganda de los grupos terroristas. Se le presenta una opción a elegir con un propósito que justifique y dé sentido a su martirio.
- Fase dilatoria: etapa de tranquilidad y elaboración del plan suicida con plena intencionalidad, a través de la elección del método, lugar y oportunidad, sumada la capacidad de concreción. Se reúnen así los requisitos del atentado suicida: intencionalidad, método, capacidad, lugar y oportunidad. Todo estimulado a través del proceso de adiestramiento técnico, doctrinal y prioritariamente psicológico-emocional, para evitar el arrepentimiento y para lo cual el sujeto es aislado de todo aquel entorno que no se vincule a su grupo.
- Fase operativa: maniobras para provocar la muerte.
- Fase ejecutiva: suicidio consumado.
Requisitos del atentado o ataque suicida
- Intencionalidad:
Aparte de los planes de acción (destinados a la propagación del odio étnico, religioso o político) y la ejecución de los actos que “priman sobre cualquier otro lenguaje humano” e impactan con mayor espectacularidad en la opinión pública, debe existir una intencionalidad del perpetrador, en este caso puntual, asumiendo que al ejecutar el acto destructivo que incluye, aparte de la destrucción de bienes materiales, el homicidio de una o más personas, debe (y para ello se prepara) auto-inmolarse por voluntad propia.
- Oportunidad:
Estar organizado en redes operativas internacionales le daría la oportunidad de seleccionar los “objetivos” con apoyo de inteligencia aportada por el grupo insurgente y cumplimentar los actos con mayor sorpresa y eficacia. Actualmente este aspecto puntual señalado resulta anacrónico en muchos casos, ya que en los últimos años se han producido también atentados suicidas de gran repercusión y daño a nivel “individuo solitario”, así como en la variante de “lobo solitario”, sin mayor relación de estos últimos sujetos con las organizaciones más que un adiestramiento vía redes virtuales disponiendo de los materiales existentes (por ejemplo, manuales de instrucción o propaganda en sitios de la “internet profunda”) y sin otro tipo de interacción más allá de una identificación con los ideales de un grupo. En todo caso, en este tipo de ataques siempre hay un elevado nivel de “control de la situación” por parte de los perpetradores en cuanto a la elección de fechas, lugares, circunstancias y posibles perspectivas de daño según el contexto dado, más allá de las medidas preventivas adoptadas por los sectores involucrados.
- Capacidad:
Disponer de armas de guerra, explosivos, agentes químicos o bacteriológicos, o cualquier otro medio idóneo para poner en peligro la vida o la integridad de un número indeterminado de personas. O sea, estar en posesión o con plena capacidad de acceso y manejo técnico del armamento y agentes de destrucción y, por supuesto, de llevar a cabo el acto con el resultado último de su muerte. Actualmente el terrorismo yihadista, que monopoliza la metodología del atentado suicida, insta al uso de cualquier elemento que pueda convertirse en un arma, desde vehículos de cualquier tipo y envergadura (autos, aviones), hasta cuchillos de plástico como los utilizados en los atentados del 11-S a las Torres Gemelas.
Objetivos estratégicos de los atentados suicidas
- Expulsar tropas de ocupación de un país extranjero, por ejemplo en Afganistán contra la URSS, así como también Al Qaeda y Estado Islámico en Irak, estos sobre todo después de 2001 contra las coaliciones encabezadas por Estados Unidos, y con la intensificación del fenómeno del terrorismo suicida.
- Búsqueda de la independencia nacional, por ejemplo, los kurdos del PKK en Turquía o Hamás y Al Fatah en Palestina.
- Debilitar las estructuras de los Estados para suplantar su régimen de gobierno, por ejemplo, Hezbolá en el Líbano o los Tigres de Tamil en Sri Lanka.
- Intensificar conflictos armados regionales para desestabilizar estamentos políticos y sociales, por ejemplo Al Shabab en Somalia y Kenia.
- Provocar a otros Estados para incitar represalias y obtener mayor apoyo financiero y popular para la causa, por ejemplo en el enfrentamiento de Hamás contra Israel; y ataques de Al Qaeda e Isis a países occidentales, en Estados Unidos o los países europeos.
- Interferir y sabotear tentativas de paz.
Procesos organizativos vinculados al desarrollo de misiones suicidas
- Decisión organizativa de promover atentados suicidas.
- Difusión, captación e integración de voluntarios suicidas, a través de la propaganda (marketing viral), las publicaciones (cultura digital, lenguaje audiovisual) y las redes sociales informáticas.
- Proceso de adiestramiento técnico, doctrinal y psicológico-emocional.
- Planificación y preparación: elaboración de inteligencia y soporte logístico.
- Último reconocimiento del escenario, previo al ataque.
- Ejecución del atentado.
- Atribución del ataque. Propaganda y reinicio del ciclo.
Síntesis y panorama actual
Las noticias actuales, surgidas del informe anual titulado “Situación y tendencias del terrorismo” publicado por la agencia de policía Europol con sede en La Haya, dan cuenta de las últimas estadísticas en cuanto al volumen de atentados yihadistas (y otros extremismos violentos) en Europa, así como el cambio de metodología en los ataques, menos sofisticados, implementados por lobos solitarios sin vinculación o conexiones con células o una organización mayor y con un proceso de captación-radicalización llevado a cabo en sus propios países, utilizando tácticas y métodos diseñados y dirigidos por el propio individuo, sin orden ni dirección externa. Cabe señalar su diferencia con el terrorista individual, que cuenta con la posibilidad de actuar en pequeños grupos, con pertenencia a una organización mayor, que actúa bajo la influencia de un líder y donde suele haber otra persona que dirige su atentado.
Aunque el informe 2023 señala un descenso en el número de atentados y muertes, muy notorio desde la caída del califato en Medio Oriente, el 70 % de los detenidos por las fuerzas de seguridad fueron yihadistas “acusados mayoritariamente de pertenencia a organizaciones terroristas, producción y difusión de propaganda, financiación del terrorismo o preparación de planes operativos” (García Calvo, 2023). Al respecto, las autoridades españolas están alarmadas por el creciente número de arrestos de menores con manuales para la fabricación de explosivos, por el delito de compartir vídeos de propaganda y porque aumentan las captaciones a través de los videojuegos y las redes sociales (La Sexta, 2023).
Dice La Gaceta: “Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, a través de sus Servicios de Inteligencia e Información, han intensificado la vigilancia sobre perfiles altamente radicalizados en los últimos meses, sobre todo tras el conflicto entre Hamas e Israel”, pudiéndose establecer la relación entre la inmigración ilegal y la amenaza yihadista. A raíz del conflicto en Gaza, el Estado Islámico ha llamado a la matanza de cristianos y judíos en Europa, Estados Unidos y todo el mundo, sobre todo, objetivos civiles entre los que se incluyen iglesias y sinagogas. También le ha solicitado a Hamás que no colabore con grupos chiíes como Hezbolá, a los que considera herejes.
Por otro lado, sostenía Russell Travers, del Centro Nacional de Contraterrorismo de Estados Unidos: “Me preocupan los combatientes muy veteranos que aparecen periódicamente”, y señalaba la incertidumbre provocada por el conflicto en Siria, dado que “hace que sea difícil monitorear la huida de terroristas” (Schmitt, 2018). Son estos los llamados “retornados” que vuelven a su país de origen y obligan a su vigilancia y un trabajo encubierto de agentes para su seguimiento, ya que todavía son elementos radicalizados.
La búsqueda de soluciones para enfrentar este flagelo ha impulsado diversas estrategias contraterroristas adoptadas por entidades como la ONU a través de su Oficina de Lucha contra el Terrorismo y su Plan de Acción para Prevenir el Extremismo Violento, así como el Grupo de los Siete (G7) y el G20 aprobaron paquetes de acciones concretas y prioritarias en apoyo de otras instituciones que incluyen “el incremento del intercambio de información sobre potenciales lobos solitarios; la lucha contra la financiación de las redes terroristas; la eliminación de santuarios; la denegación del uso de internet y redes sociales para actividades de esas organizaciones violentas”, y otras. “Además se le asigna un rol preponderante a la iniciativa privada, particularmente en la revisión y eventual bloqueo de contenidos radicalizados en internet y las redes sociales, y en el desarrollo de un nuevo software que permita realizar esas tareas de manera rápida y eficiente” (Bartolomé, 2018).
En este contexto se torna prioritaria la protección de objetivos estratégicos tales como centrales hidroeléctricas, plantas nucleares, reservas petrolíferas, pasos fronterizos, custodia de los radares para captar vuelos ilegales y/o brindar apoyo logístico a las fuerzas de seguridad federal.
El “Informe sobre Terrorismo 2016” realizado por el Departamento de Estado de Estados Unidos, señalaba que muchos países de Latinoamérica “tienen fronteras porosas y rutas de contrabando establecidas que ofrecen oportunidades a grupos terroristas locales e internacionales”. Uno de esos puntos vulnerables es la llamada zona de la Triple Frontera entre Argentina, Paraguay y Brasil, sede de la base regional de operaciones del grupo Hezbolá, muy activo en sus vínculos con el crimen organizado y el narcoterrorismo. Hay también un crecimiento de la influencia de actores extrarregionales como Irán en Venezuela y Bolivia, así como de China y Rusia.
Conclusiones
A fin de desarticular los nodos y nexos que tiene una célula terrorista en el contexto del tablero geopolítico mundial, se torna imprescindible, como objetivo general, desplegar un exhaustivo plan de Inteligencia a fin de procesar la información disponible, y coadyuvar en los procesos políticos y toma de decisiones, sobre diversos grupos terroristas vinculados al integrismo islámico y sus regiones de influencia, así como verificar posibles áreas de actuación actual y futura.
Objetivos particulares:
Complementar el denominado Ciclo de Inteligencia (planeación, recolección, procesamiento/análisis, difusión y retroalimentación), con la ejecución de operaciones encubiertas de infiltración, penetración, allanamientos, escuchas, espionaje satelital y ciberdefensa (entre otras tecnologías disponibles), en el territorio de los distintos países de la región (respetando el marco jurídico vigente en cada uno de ellos), creando a su vez una sólida red de aliados construida por vía político-diplomática, entre ellos: diversas agencias, servicios de Inteligencia estatales y otros organismos regionales.
A partir de dicha integración, desarrollar al respecto un plan integral que genere Inteligencia en los siguientes niveles:
- Estratégico/prospectivo: diseño de políticas públicas de prevención, disuasión, detección y reacción ante los eventuales riesgos y amenazas para la seguridad nacional y regional.
- Táctico: identificación, seguimiento de los grupos/células y comprensión de sus metodologías. De carácter urgente. Se requiere elaboración rápida de la información para actuar.
- Operativo: información puntual (lugar/tiempo), para ejecutar la operación y suprimir la amenaza (atentados suicidas, ataques cibernéticos, actividades delictivas), evitando mayores daños.
Considerar que la Inteligencia ESTRATÉGICA proporciona el objetivo, por lo tanto, enfatizar:
- La variante TÁCTICA, a fin de aportar y/o generar la información imprescindible para atacar y desmantelar los procesos organizativos vinculados al desarrollo de misiones suicidas en general, implementados por los nodos o células integristas.
Consiste en romper el siguiente ciclo-esquema terrorista:
- La variante OPERATIVA: aquella que aporta la información clave para actuar in situ, a través de fuerzas de reacción rápida.
Otras fuentes de captación de las que se alimenta este tipo de esquema terrorista, aparte de las ya mencionadas, son: las mezquitas (como asiento ideológico y/o religioso y bases de operaciones de posibles atentados) y las cárceles, con sus respectivas comunidades pasibles de radicalización.
A tal fin, y a través de los procesos de la Inteligencia criminal, se deben determinar perfiles de autor, con sus características o tipologías y establecer, de esta manera, un patrón de identificación.
A través de las tareas de contrainteligencia se detectarán, con el objetivo de neutralizar sus acciones, diversos perfiles de sujetos funcionales a la causa del terrorismo, que articulen como nexos.
Cinco puntos clave para desarticular redes terroristas:
- Incrementar el intercambio de información sobre potenciales lobos solitarios y nuevas células.
- Incrementar la lucha contra la financiación de las redes terroristas y sus nexos.
- La eliminación de santuarios y campos de entrenamiento.
- La denegación del uso de internet y redes sociales para actividades de esas organizaciones violentas.
- Revisión y eventual bloqueo de contenidos radicalizados en internet y las redes sociales.
Bibliografía, notas y fuentes citadas:
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