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“Yihadistas: aproximación”

Autor: Díaz, Oscar Cesar

Al mencionar al Terrorismo Yihadista es frecuente manifestar que nos encontramos frente a un nuevo desafío, distinto del terrorismo clásico, ya sea por su naturaleza o por su elevada letalidad al momento de concretarse los atentados.

El presente posee como propósito, profundizar y ofrecer un análisis sobre aquellas características distintivas del terrorismo yihadista, consideradas estructurales y permanentes en el tiempo.

Los elementos seleccionados serán la relación con el islam y el islamismo, su estructura organizativa, los diversos perfiles; y el reclutamiento, entrenamiento y financiamiento, la violencia como método de trabajo.

Terrorismo Yihadista

Es importante realizar una distinción entre islam e islamismo, para familiarizarse con la temática. El islam es la religión iniciada por Mahoma en el siglo VII y que es profesada en el mundo, por alrededor de mil doscientos millones de personas. No obstante, ante la simulada representación de ser una sola pieza firme, es en realidad una religión fragmentada, con diversas interpretaciones y en muchos casos desiguales. No dispone de una autoridad central, ni tampoco una agrupación o conjunto de personajes representativos por la pluralidad de los creyentes.

Por su parte, el islamismo tampoco se presenta como un sistema de pensamiento único. Ya que cubre un extenso espectro de organizaciones y movimientos, que convergen en un objetivo común, el modo de alcanzarlo y principalmente una concreción exitosa. Surge desde el interior del islam y es una representación de una ideología política, que persigue la instauración de gobiernos que aseguren la ejecución del camino de vida islámico (sharia).

A finales del siglo XVIII, surgen corrientes de renovación en el mundo musulmán, sobre todo en la península arábiga. Son líderes y pensadores religiosos que persiguen purificar el islam, de las diversas creencias y practicas consolidadas a través de los siglos; y que no pertenecen a la teoría de los comienzos. Es cuando tienen origen diversos movimientos islamistas modernos o contemporáneos. A esta corriente doctrinaria pertenecen organizaciones y movimientos como el deobandismo, el wahabismo y los Hermanos Musulmanes. Todos ellos pretenden retornar a la época del salaf, o corriente de salafismo, termino normalmente restringido a la corriente wahabí.

En muchos de estos grupos salafistas, radica la concepción y teoría del poder político. Considerando que el Estado debe ser islámico y no aconfesional: y sobre todo que la Constitución debe regirse por los principios del sharia. Pretensión compleja de concretarse, para quienes estuviesen en el poder, al verse limitadas las opciones políticas y libertades. Aún para los no musulmanes y también para los ortodoxos.

Los grupos islamistas han optado en una primera fase por el activismo social, buscando obtener una base y apoyo, para en una segunda etapa trabajar desde el activismo político; persiguiendo establecer el Estado Islámico. En la mayor parte de los países de pluralidad musulmana, no existe el ejercicio de una democracia plena.

Existen países donde los islamistas son tolerados desde el poder y poseen un importante respaldo social, como por ejemplo: Egipto, Jordania, Marruecos o Argelia. Llegando los islamistas de Hamás en el 2.006 a ganar las elecciones y ocupar el gobierno, en la Autoridad Nacional Palestina. Esta dinámica, ha sido inspirada en gran medida por la organización Hermanos Musulmanes, fundada en Egipto en 1.928 por Hassan Al-Banna.

Dichas organizaciones, en cada país adoptan diversas denominaciones, por ejemplo en Palestina el centro principal es llamado Movimiento de la Resistencia Islámica (Hámas).

No todos los islamistas, pretenden instaurar el Estado Islámico por medio de la participación social y política; algunos recurren a la violencia desde 1.970, pretendiendo obtener resultados rápidos y permanentes. Estos grupos, surgidos principalmente desde Egipto, buscan legitimar la lucha armada recurriendo al yihad, como defensa del islam.

Para estos últimos, el islam se encuentra amenazado por los cristianos, los judíos y los incrédulos; además de los falsos musulmanes que gobiernan países, donde la mayoría de la población es musulmana. Por consiguiente, la violencia ejercida no solo es aceptable sino también meritoria. Entendiendo que continúan, la tradición de los muyahadines, quienes defendieron el islam y lograron expandirlo mediante el uso de la espada.

Mayoritariamente, los islamistas reprueban el accionar de los yihadistas, dado que no consideran la violencia como acto legitimo para derrocar gobiernos musulmanes.

Si bien los islamistas coinciden en objetivos con los yihadistas, los primeros consideran que la aplicación de la yihad armada dentro de las sociedades provoca males superiores, como ser la fitna, la división o guerra civil y la consiguiente anarquía; además de no considerar aceptable el matar a otro musulmán.

Es por ellos que los yihadistas, en el mundo musulmán son conocidos como takfiries (que declaran los demás no musulmanes y los combaten) o jariyies (de carácter violento, desviados). Asimismo, dentro de las filas yihadistas, denominan a los más radicales los como takfiries, quienes llevan a asesinar a otros yihadistas, por no considerarlos completamente musulmanes.

Si existe entre los islamistas y los yihadistas, un acuerdo sobre el uso de la violencia o fuerza armada para realizar la defensa de la tierra, frente a probables invasiones extranjeras. Por ejemplo, la lucha contra la insurgencia en Irak o contra Israel, la guerra de Afganistán contra los rusos, estos son casos donde muchos islamistas no yihadistas, consideran para estos escenarios el uso de la lucha armada considerándola yihad, llegando a aprobar incluso la utilización de ataques suicidas.

Es importante mencionar que dentro de la gran cantidad de corrientes o escuela existentes en el islam, coexiste una amplia y con carácter político, y que proveniente de esta, otra de naturaleza violenta, que autentifica su lucha en nombre de la yihad.  

Breve reseña histórica y sobre su estructura organizativa

Con el fin de lograr comprender su estructura organizativa, brevemente se hará una mención histórica.

En sus comienzos, aproximadamente entre los años 1.970 y 1.990, los grupos yihadistas actuaban con una agenda y a escala local (nacional). Persiguiendo instaurar el Estado Islámico en su país de origen, por medio del uso de la fuerza.

En esta primera etapa, ubicamos organizaciones en la realidad casi extintas, como ser en Egipto a Tanzim al-Jihad o Gama’a al-Islamiya. Estas eran organizaciones con una estructura formal de distribucion especializada de funciones, con diferentes niveles de liderazgo y células conectadas entre sí.

En una segunda fase, los yihadistas comenzaron a acortar distancias y estrechar relaciones entre sí. Acto favorecido por dos factores: en primera instancia la globalización de las comunicaciones y en 1.980 la guerra de Afganistán y la creación de Al Qaeda.

Es en Afganistán donde la yihad, por medio del contacto directo por parte de miles de voluntarios árabes, se conocieron y crearon relaciones de camaradería. Es dentro de este contexto cuando el 10 de septiembre de 1.988, Osama Bin Laden funda Al Qaeda; junto a Mohamed Atef y Abu Ubaidah al-Banshiri, de origen egipcio. Este acto concluyo en un salto exponencial para los propósitos y objetivos, entre ellos se encontraba el brindar apoyo a grupos yihadistas nacionales, para lo cual durante los primeros años proporciono entrenamiento y financiación.

El objetivo global de Al Qaeda consistía en la restauración del califato, como entidad política que contenga completamente la extensión del islam, eliminando las fronteras actuales. Desde su origen, conto con una estructura formal, un gobierno central y diversos comités especializados.

Su estructura se disponía en células, las cuales se encontraban distribuidas por distintos países, y disponían de un responsable vinculado directamente a la organización. Miembros destacados viajaban al extranjero, manteniendo relaciones con otros personajes relevantes de Al Qaeda y de otras organizaciones de Europa, Indonesia, Jordania, etc. Esto convertía a Al Qaeda en una estructura con amplio grado de descentralización.

Para los temas locales, los llamados coordinadores regionales gozaban de libertad de decisión, mientras que para operaciones de mayor escala, consultaban al núcleo central situado en Afganistán. Es por ello que Al Qaeda, adquirió una dinámica que facilito el proceso de apertura hacia modernos frentes del yihad, como Chechenia o Bosnia. Donde entre veteranos de Afganistán, se congregaron cientos de otros voluntarios extranjeros. Nuevas redes sociales se moldearon y fortalecieron, en ciudades de Milán y Londres, con la participación de miembros de diversas organizaciones. Fueron creadas nuevas células, con individuos que no pertenecían expresamente a ninguna organización y de diferentes nacionalidades. Pero que poseían algún tipo de vinculación con organizaciones formales de Al Qaeda, a nivel nacional e internacional.

La causa yihadista, según demuestra el tiempo y la experiencia, ha obtenido mayores resultados y un amplio espectro de potenciales reclutas, al acentuar su hostilidad hacia Israel y Occidente. Y que, a escala nacional, son pocos los partidarios.

Un antes y después en el proceso que enunciamos, fue marcado con el atentado del 11 de septiembre. Otorgando a la causa yihadista a nivel internacional, una publicidad extraordinaria, confiriendo atención y credibilidad a sus capacidades.

En contraposición a lo expuesto, a nivel internacional suscito una importante respuesta antiterrorista. Que resulto dañando de forma significativa la infraestructura yihadista a nivel global. En consecuencia, Al Qaeda perdió los campos de entrenamiento en Afganistán, algunas de sus células y una importante cantidad de miembros.

La sumatoria de ambos factores, derivo en una descentralización del yihadismo; con el agregado de que un centenar de miembros fueron detenidos en Europa y en algunos casos, expulsados de sus países de origen. La situación de intervención en Irak, durante la primavera del 2.003, intensifico la dinámica, donde centenares de individuos se dirigieron a combatir o realizar suicidios. Orientadas en muchos casos por organizaciones vinculadas con Al Qaeda en Irak.

Es mediante la utilización de internet, que los yihadistas inician un imponente sistema de comunicación, destinado a realizar publicidad y captar jóvenes de Europa y países de mayoría musulmana. Persiguiendo con este proceso el revitalizar al movimiento y enfatizar su condición transnacional.

Cabe destacar, que una importante dimensión de los nuevos integrantes yihadistas, no poseen vinculación clara hacia una organización central o superior. Es entonces cuando surge una reestructuración, sobre la organización inicial, en algunos casos con una regeneración. En el caso de las organizaciones como Grupo Islámico Combatiente Libio, Grupo Islámico Combatiente Marroquí, Grupo Islámico Armado, Grupo Salafista por la Predicación y el Combate; han desaparecido, o un importante porcentaje de sus miembros han finalizado uniéndose a Al Qaeda en el Magreb Islámico.

Es de esperar entonces, que la creación de estas nuevas células, mantengan relación o subordinación clara, con organizaciones yihadistas superiores o de mayor nivel.

Por consiguiente, los grupos denominados como autónomos, son una minoría, afrontando graves problemas en su dirección y entrenamiento; terminando en una separación, a veces sin llegar a actuar, llegando a ser descubiertos y capturados.

Es importante mencionar en los grupos yihadistas, una estructura en forma de círculos concéntricos, señalando el grado de pertenencia de sus miembros.

En su primer círculo se ubican los miembros de la célula que desempeñan funciones de vital importancia. Por ejemplo tareas coordinadas con la financiación de la red, donde se manejan sumas elevadas de dinero y que son derivadas hacia otros grupos nacionales y/o extranjeros. Estos miembros pueden viajar con asiduidad fuera del país, se relacionan con integrantes de otras células y organizaciones yihadistas superiores. Su formación religiosa es superior a la media y gracias a su interpretación del islam, su opinión es particularmente tomada en cuenta. Su dedicación al yihadismo resulta de tiempo completo.

En el segundo círculo, están situados los integrantes comprometidos con la causa de la yihad, pero con un menor grado de intervención operativa. Estos son hombres de confianza de los del primer nivel, intervienen en el reclutamiento, distribución propagandística y manejo de la financiación entre otras tareas. Concurren regularmente a las reuniones, su vida suele ser en apariencia normal.

Para el tercer centro concéntrico, ubican a los individuos periféricos o de manejo exterior. Estos simpatizan con la causa, manteniendo algún tipo de relación informal con los miembros más comprometidos. Suelen llevar una vida en apariencia normal, realizan tareas requeridas en concreto. Por ejemplo llevar un paquete con dinero, propaganda, conseguir información, etc. Si su trabajo y dedicación son esmerados, con el tiempo son enviados al extranjero, ya sea para recibir instrucción operativa o religiosa en algún campo de entrenamiento, para luego combatir la yihad. Por tanto, alguno puede dar un salto al segundo nivel. Otros no cumplen ninguna función en especifico, por lo que solo se les podría atribuir como cargo en su contra, el tener amistades peligrosas.

Existen para la yihad personajes de interés, estos realizan acciones como por ejemplo la sustracción de tarjetas de crédito que serán comercializadas para utilizaciones fraudulentas, recarga ilegal de teléfonos móviles, robo y hurto de documentación para posterior falsificación, maniobras con explosivos, etc. Se mantienen fuera de la red yihadista, pero sostienen algún tipo de relación con la ella. Habitualmente estos individuos mantienen contacto con integrantes del segundo círculo concéntrico, tratando evitar exponer y resguardar la seguridad de los del primer nivel.

Para el accionar judicial y de seguridad, el paradigma de organización en círculos concéntricos, presenta dos importantes desafíos. En primer lugar, la dificultad para lograr infiltrar personal en los círculos concéntricos inferiores. Con la consecuente falta de obtención de datos de calidad, para la elaboración de informes de inteligencia sobre la relaciones d la red. Para el segundo punto, consiste en establecer un numero lo más exacto posible sobre las personas que integran la red yihadista. Ya que en el tercer círculo concéntrico, existen individuos o simpatizantes que han concurrido a alguna reunión esporádicamente, pero que en realidad no se han sentido atraídos y que solo mantienen vínculos con miembros comprometidos. Inversamente, existen casos de individuos que inicialmente no demuestran mayor interés, pero con el transcurrir del tiempo y acciones se demuestran con mayor grado de compromiso y que pueden ser verdaderamente peligrosas.

Perfil de los integrantes

A nivel internacional y luego del 11 de septiembre, los Servicios de Inteligencia se propusieron delinear un perfil personal de estas personas, con la finalidad de dirigir y concentrar la vigilancia sobre ciertos grupos o sectores. Tarea que no ha sido realmente redituable, dado que las variables que se repiten son escasas.

Alguna de estas constantes que se mantienen son: varones, musulmanes o inmigrantes de primera generación.

El resto de las variables discrepan: nacionalidad de origen, situación legal de residencia, edad, nivel socio económico, etc. Con certeza podemos indicar que una significativa dimensión de estas personas es de clase media, en algunos casos de clase obrera y en condición de marginalidad.  

Existe el caso de mujeres que se han sumado a la militancia yihadista, participando en la concreción de atentados. Uno es el de Muriel Degauge, una joven conversa al islam de origen belga, que falleció en un atentado suicida fallido en Irak en 2.005.

Existen excepcionalmente casos de conversos que se han radicalizado, alterando la constante de inmigrantes de primera, según y/o tercera generación.

Un aspecto relevante es que la mayoría de los yihadistas, llevan una vida en apariencia normal, logrando sustentar sus requerimientos con los ingresos proporcionados por sus empleos.

Siendo entonces su responsabilidad y compromiso con la red, el reclutamiento de integrantes, la obtención de financiamiento para los grupos externos; su participación se limita a reuniones donde se habla de la yihad. Una célula con estas particularidades puede estar años sin efectuar otro tipo de actividades; que en su generalidad no son ilegales pero si puede llegar a ser potencialmente peligrosas.

Sobre los voluntarios suicidas o mártires, no ha sido productivo el intentar un bosquejo sobre el perfil social o demográfico. La franja de edad entre estos, fluctúa entre adolescentes llegando hasta los 50 años, contradiciendo el postulado sobre los suicidas jóvenes. Que habitualmente suele asociarse a ciertas características juveniles, como ser la impulsividad, la búsqueda nuevas experiencias, el inconformismo ante la sociedad, etc.  

En gran mayoría la edad supera la adolescencia, pero es conocido  los casos sobre los voluntarios que superan los 30 años. Sin embargo, los grupos yihadistas han reclutado jóvenes menores de 16 años, inclusive a niños con algún tipo de deficiencia mental. La utilización de mujeres para operaciones suicidas, es considerada una ventaja táctica, Ya que las condiciones de protección o seguridad suelen bajar, facilitando de ser necesario el transporte de explosivos.

De acuerdo a estudios realizados, se evidencian datos que rechazan y contradicen la visión del suicida pobre o ignorante. Esta tipología ocurrió hasta principios del año 1.990. Actualmente predomina el individuo con estudios medios o secundarios y también universitarios, empleados con ingresos propios y fuera de la criminalidad, de clase media.

Conviene destacar que a los suicidas convencionales, tienen el común del desarraigo social y una actitud individualista.

Gran porcentaje de los terroristas suicidas son personas identificadas absolutamente con los valores de su comunidad. El deseo y la consecuente decisión de transformarse en mártir, posee ciertas recompensas y beneficios individuales.

Estos son algunos de los incentivos más relevantes:

  1. Materiales, habitualmente como recompensas del tipo económica, entregadas a sus familiares.
  2. Religiosos (espirituales), para el individuo y sus familiares, incluso amigos y su comunidad; salvación divina, expiación de culpas y pecados.
  3. Psicosociales, reconocimiento social, salir de una vida sin sentido y humillante, transformación a héroe que será rememorado por su comunidad. 

Resulta importante mencionar que los diversos incentivos o motivos suelen afectar al conjunto de los voluntarios suicidas, pero no en su totalidad influyen por igual. Los diversos criterios sirven a base informativa y las distintas tipologías no suelen ser siempre comparables, dado que una tendencia errónea suele intentar mezclar los distintos factores, como ser los ideológicos con los geográficos, como así también con los psicológicos.

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