LA TRIPLE FRONTERA: UN EPICENTRO LOGÍSTICO EN CONSTANTE EXPANSIÓN EN AMÉRICA DEL SUR

Autor: Félix Emiliano Colich. Analista de Información.

La noción de la triple frontera evoca de manera innegable una connotación geográfica, situada en el corazón de América del Sur, donde los territorios de Argentina, Brasil y Paraguay convergen de manera singular. Esta convergencia geográfica se cristaliza en las márgenes de los ríos Paraná e Iguazú. En esta configuración, se delinean tres ciudades limítrofes: Puerto Iguazú en la República Argentina, Foz do Iguaçu en la República Federativa de Brasil, y Ciudad del Este en la República del Paraguay. Sin embargo, más allá de su mera ubicación en el mapa, este epicentro geográfico también sirve como epicentro de actividades logísticas ilícitas, aglutinando la presencia y operaciones de grupos de índole clandestina, como organizaciones terroristas, entramados criminales de naturaleza transnacional y redes especializadas en actividades de contrabando.

Estas entidades ilícitas, caracterizadas por su adaptabilidad y versatilidad, han demostrado una capacidad ininterrumpida para ajustarse a los cambios dinámicos del entorno geográfico circundante, con el fin de establecer nuevas vías logísticas que les permitan alcanzar sus objetivos. Esta resiliencia se encuentra íntimamente ligada a las particularidades de la región sudamericana en la que se asienta la triple frontera. En esta región, destacan urbes de considerable envergadura, rodeadas por una vegetación exuberante que, a su vez, ofrece un escenario propicio para las operaciones ilícitas al proporcionar cobertura y una serie de posibilidades para el desarrollo de operaciones logísticas, al mismo tiempo que dificulta la vigilancia y el control por parte de las fuerzas de seguridad. Como resultado, estas entidades ilícitas han demostrado una inclinación constante hacia la expansión en territorios previamente inexplorados, delineando una versión más compleja y profunda de la triple frontera, que trasciende su mera manifestación geográfica.

La adaptación continua de estas estructuras delictivas es una respuesta intrínseca a la dinámica de las cadenas de suministro y distribución. En este contexto, las organizaciones que operan en esta región convergen en aras de lograr ventajas mutuas. Surge, entonces, la interrogante acerca de cómo logran colaborar contrabandistas, organizaciones criminales de carácter transnacional y grupos con motivaciones terroristas. Si bien es cierto que, en muchas ocasiones, estas entidades confluyen con fines primordialmente económicos, a nivel operativo, establecen una colaboración que implica el intercambio de recursos logísticos y canales de distribución, configurando una interacción compleja y multifacética.

Una estrategia que puede contribuir a la comprensión de esta colaboración entre distintas organizaciones es la siguiente: en un nivel inicial, los contrabandistas de menor escala tienden a abrir constantemente nuevas rutas, lo que se asemeja a lo que se conoce legalmente como «contrabando hormiga», según lo tipificado en el código penal argentino. Estos contrabandistas introducen en estas nuevas rutas productos falsificados o diversas mercancías sin la debida autorización aduanera. A medida que la logística se consolida y fortalece, estos contrabandistas pueden expandirse hacia actividades como el contrabando de cigarrillos y productos electrónicos de alto valor. Cuando estas nuevas rutas demuestran ser viables y prosperan, la infraestructura logística subyacente se convierte en un recurso compartido, ofrecido para su utilización por parte de organizaciones criminales que se dedican al tráfico ilícito de migrantes, la trata de personas, estupefacientes, armas y otras actividades ilícitas. Esta evolución gradual de las operaciones de contrabando refleja una progresión lógica en la que las organizaciones ilícitas aprovechan la infraestructura y las rutas ya establecidas para ampliar sus operaciones en un entorno geográfico propicio como lo es la triple frontera.

En el contexto de esta continua expansión, emergen dos puntos geográficos significativos que pueden considerarse como puntos de referencia cruciales para evaluar el crecimiento logístico y operativo de las organizaciones criminales. El primero de estos puntos se ubica en las ciudades de Posadas (Argentina) y Encarnación (Paraguay), mientras que el segundo punto se encuentra en las ciudades de Pedro Juan Caballero (Paraguay) y Ponta Pora (Brasil). En el caso de Posadas y Encarnación, es importante destacar la profunda conexión socio-cultural entre estas dos urbes, que a menudo se describen como «ciudades hermanas». Este fenómeno de conexión se ve amplificado por la presencia de un puente internacional que las une, lo que lo convierte en un punto logístico y operativo fundamental para las organizaciones criminales. Además, estas ciudades están directamente vinculadas con la triple frontera debido a su acceso tanto desde Argentina, a través de la Ruta Nacional N° 12, como desde Paraguay, por medio de la Ruta Nacional N° 6. Ambas rutas discurren en paralelo en gran parte de su trayecto, que abarca aproximadamente 300 kilómetros de extensión. Este tramo de carretera atraviesa extensas áreas de vegetación, como se mencionó anteriormente, proporcionando un entorno propicio para la creación de nuevas rutas operativas por parte de estas organizaciones. Un patrón similar puede observarse en el punto de conexión entre las ciudades de Pedro Juan Caballero y Ponta Pora, a pesar de la falta de dos rutas nacionales. En este caso, también comparten la característica de la densa vegetación que rodea la región, lo que facilita la adaptación y la operación de estas organizaciones.

Sería un enfoque limitado y erróneo ceñirse únicamente a las delimitaciones previamente mencionadas, ya que su propósito principal radica en ilustrar el constante desarrollo logístico de las organizaciones criminales transnacionales en la región de la Triple Frontera. Si examinamos las exploraciones realizadas por la prensa y las traducimos en datos estadísticos, queda patente que cualquier intento de trazar límites precisos en términos logísticos y operativos por parte de estas organizaciones en la zona de la Triple Frontera se vería rápidamente obsoleto. Esto se debe al crecimiento exponencial y la expansión constante de estas organizaciones, que continuamente incursionan en nuevos territorios.

Una estrategia propuesta para abordar esta compleja situación involucra la redefinición del Comando Tripartito, que actualmente está integrado por las fuerzas policiales de tres países que comparten la región de la Triple Frontera: Argentina, Brasil y Paraguay. Cada uno de estos países aporta sus respectivas fuerzas de seguridad con el propósito de colaborar en la coordinación y el control de la seguridad en esta área geográfica. La sugerencia para mejorar la logística y operatividad del Comando Tripartito consiste en ampliar su alcance, estableciendo una «Oficina de Situación Multidimensional e Integral» en diversas ciudades estratégicas de los tres países. El nombre de esta oficina se deriva de la convergencia observable en las operaciones de estas organizaciones criminales, que abarcan desde contrabandistas individuales hasta organizaciones criminales violentas y peligrosas. El propósito principal de esta oficina es reunir especialistas en diversas áreas del crimen para analizar las operaciones de estas organizaciones criminales y recomendar medidas de seguridad, así como proporcionar apoyo táctico al Comando Tripartito. Esto permitiría una respuesta más efectiva y coordinada ante las amenazas transnacionales que operan en la región de la Triple Frontera.

Bibliografia:

Daniel Bello Arellano. «La Triple Frontera como polo de atracción de actividades ilícitas: Condiciones endógenas institucionales e ilegalidad». Atenea, n.508, pp.101-120. 2013. ISSN 0718-0462

Walter Fernando Brites. ¿Ciudades gemelas? Posadas Argentina y Encarnación Paraguay en perspectiva sociourbana. Universidad Autónoma de Baja California. Estudios Fronterizos, vol. 19, 2018.

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