LA CRIMINOLOGÍA Y LA SEGURIDAD EN LA UNIÓN EUROPEA
Autora: Simona Nedkova Veskova (España). Graduada en Criminología. Detective Privado.
El artículo aborda críticamente el concepto de seguridad, subrayando su relativa naturaleza y la carencia de una definición exacta. Se explora en detalle la noción de seguridad en el contexto de la prevención del delito, haciendo hincapié en la importancia de comprender las actividades cotidianas y la aplicación de teorías como la del triángulo de la criminalidad. A pesar de que los documentos de la Unión Europea emplean conceptos criminológicos en sus análisis sobre seguridad, se destaca la evidente ausencia de la disciplina de la criminología en tales documentos. El artículo explica el valor de integrar la criminología en la formulación de estrategias de seguridad, especialmente en áreas como la prevención temprana, prevención delincuencial y la atención a minorías vulnerables, subrayando la relevancia de la disciplina en el estudio y abordaje de los desafíos contemporáneos de seguridad.
La seguridad no existe. Es un concepto genérico y abusado en la era actual. Se intenta utilizar como la definición de un estado de esperanza para los ciudadanos, y a modo de justificación de la constitución de nuestras sociedades actuales. Recordemos el famoso “contrato social” que nos explicaba Rousseau según el cual las sociedades se establecían mediante un pacto realizado entre los ciudadanos y el Estado, en el cual, explicado muy resumidamente, los primeros renunciaban a su libertad (interpretado como una capacidad natural) a cambio de obtener seguridad en determinados aspectos.
Ahora bien, ¿Qué es la Seguridad? Podríamos definirlo de muchos modos: falta de peligro objetivo; ausencia de amenazas graves; estado de paz política y social; confianza en la falta de alteración de la paz individual o social… Se defina como se defina, realmente llegaremos a la misma conclusión: su existencia está supeditada a una relatividad absoluta. La seguridad completa o inequívoca se basa en una concepción absurda de la realidad en la que ignoramos los aspectos básicos de la existencia humana, como son el caos (como concepto de la ciencia física) y la constante sucesión de causalidades imprevisibles. Partiendo de estos preceptos, y añadiendo el hecho de que nuestro cerebro limitado necesita la utilización de etiquetas en nuestro lenguaje para realizar comunicaciones efectivas, la seguridad no existe a no ser que la concibamos como el estado máximo, que se pueda conseguir, de falta de peligro previsible que podamos predecir racionalmente. Por lo tanto, no podemos entenderlo como un concepto total y existente per se, sino necesitado de graduación y explicitación, tal y como nos explican teorías criminológicas sobre la utopía que implica la consecución de la “Criminalidad cero”.
Conseguir dicho estado de seguridad máxima resulta todo un reto, y es un tema estudiado y trabajado por los Estados con el fin de cumplir con nuestro contrato anteriormente mencionado. Una manera de proteger la seguridad es previniendo los peligros. Si se puede evitar que determinados acontecimientos amenazantes ocurran, tal vez se pueda aumentar la seguridad. Se puede influir en el origen de dichos acontecimientos cuando se conoce el mismo, o los mismos. Así, entender un acontecimiento, lo cual implicaría entender su origen, proceso y consecuencias entre otros, es lo que nos permitiría elaborar un correcto plan de seguridad. He ahí la complicación: dada nuestra imposibilidad de vaticinar acontecimientos hasta el momento, aprehender la realidad implicaría invertir tiempo y dinero, y los resultados podrían no ser determinantes, por lo que dichos estudios no abundan.
Existen muchos tipos de peligros en cada profesión, y cada ámbito laboral debe encargarse de ellos, lo que resulta en lo que conocemos como prevención de riesgos. Sin embargo, los peligros provenientes de la organización y funcionamiento de la sociedad es tarea del propio Estado, al igual que su correcta sanción y/o posterior tratamiento (para comprender correctamente su complejidad debería ahondarse en conceptos como victimización primaria, secundaria y terciaria, y en teorías sobre las repercusiones reales del desorden o la alteración social). Cuando se abordan estos temas inminentemente nos sobrevienen ideas sobre la correcta gestión política, la creación de leyes y posiblemente la necesidad de la realización de estudios sociológicos y psicológicos. Sin embargo, existen herramientas que a veces se olvidan u obvian. En este caso la criminología es la protagonista en su ausencia. “Principios de la criminología” constituye el manual básico para todo criminólogo, y nos explica diversas teorías que podemos emplear en la elaboración de un análisis acerca de su relación con el establecimiento del estado de seguridad y su importancia.
En primer lugar, vamos a hablar de la teoría de las actividades cotidianas o rutinarias, formulada por Cohen y Felson en el 1979, según los cuales hay una conexión de interdependencia entre las rutinas de índole no delictiva, y las actividades delictivas. Así, las conductas delictivas están en el nivel más general de interacciones sociales, ofreciendo estas tanto los objetivos posibles como los medios para ello. Por ello, cuando cambian los patrones de comportamiento de una sociedad determinada, las oportunidades de delito pueden variar, ideas que apoyan también Vozmediano y San Juan, además de Redondo. Por ejemplo, pensemos en el desarrollo de la tecnología, que nos ofrece un aumento de oportunidades delictivas, lo cual hace que se incrementen las posibilidades para el crimen y suban las tasas de delitos. Así, según los autores y las teorías al respecto, si convergen en el espacio y el tiempo la presencia de un delincuente motivado, la disponibilidad de una víctima u objetivo que sea propicio, con la ausencia de guardianes, el delito se cometerá, y al contrario, el delito no sucederá si faltara alguno de estos elementos, y si no mereciera la pena correr el riesgo, sobre todo si este fuera muy grande (Garrido).
En relación a este tema, en los informes de seguridad y comunicaciones de la comisión al Parlamento Europeo en la materia, se describe que los europeos se enfrentan actualmente a un panorama de seguridad en evolución constante en el que influyen las amenazas cambiantes y otros factores, como el cambio climático, las tendencias demográficas y la inestabilidad política más allá de las fronteras. Tal y como mencionan dichos organismos, la globalización, la libre circulación y la transformación digital siguen aportando beneficios a nuestras vidas, pero que llevan aparejados riesgos y costes inherentes. Vemos aquí una coincidencia absoluta con algunas ideas criminológicas mencionadas hasta ahora, sin embargo, dicha ciencia interdisciplinar no es mencionada en ninguno de los documentos. En estos se explica que las amenazas a la seguridad se vuelven cada vez más complejas, pues se sustentan en la capacidad para trabajar de manera transfronteriza y en la interconectividad; sacan provecho de la difuminación de los límites entre los mundos físico y el digital; explotan a los grupos vulnerables y aprovechan las divergencias sociales y económicas. Los ataques pueden producirse en cualquier momento y dejar poco o ningún rastro; y lo que sucede fuera de la UE puede tener una incidencia crítica en la seguridad dentro de la UE. La crisis del virus del COVID-19 transformó nuestras nociones sobre las amenazas para la seguridad y la protección, y se ha puesto de relieve la necesidad de garantizar la seguridad tanto en el entorno físico como en el digital para que la UE esté más preparada y sea más resiliente, y que disponga, cuando se haga sentir la necesidad, de mejores herramientas de respuesta.
Para dichas herramientas nos podríamos apoyar en las aportaciones de Eck, estudioso del ámbito de la criminología, que explica el “Triángulo de la criminalidad”, aportando un marco sencillo para que se puedan elaborar planes de prevención. Al tener este triángulo, Felson y Clarke se plantearon si se podía prevenir con certeza qué persona es más susceptible de ser víctima, o qué objeto es más susceptible de ser deseado para delinquir. Gracias a esto y a los estudios se demostró que hay productos que suelen ser más robados, según un estudio de Clarke en 1999, que llamó “hot products”. Del mismo modo, existen los “hot spots” (lugares donde más delitos se concentran) debido a que el ambiente puede determinar que haya más delitos en determinados sitios, ya que no se distribuye de manera uniforme. Además destacan que en la sociedad, los momentos de bienestar económico pueden propiciar que se aumenten las oportunidades criminales, y que se distribuyan de diferente modo según el sexo, la edad o la clase social, así como dependiendo de los estilos de vida. Estas mismas ideas las encontramos en los documentos de análisis de seguridad en la UE.
Si analizamos la realidad actual, vemos que existe una creciente ansiedad por la intensificación de algunos crímenes, el aumento del crimen organizado, y los atentados terroristas. Son de especial importancia las luchas contra las drogas, el tráfico ilícito de armas de fuego, la trata de seres humanos, los delitos contra el medio ambiente, el tráfico de bienes culturales, los delitos económicos y financieros (según datos de la ronda de evaluaciones mutuas sobre los instrumentos jurídicos de reconocimiento mutuo en el ámbito de la privación o restricción de la libertad del Consejo de la Unión Europea). El 9 de diciembre de 2020, la Comisión adoptó una nueva Agenda de Lucha contra el Terrorismo para la UE, en la que se establece el camino a seguir para las acciones de lucha contra el terrorismo a escala de la Unión, con el fin de anticipar, prevenir, proteger y responder mejor a las amenazas terroristas. Los recientes atentados terroristas se han dirigido contra espacios públicos, incluidos los lugares de culto y los centros de transporte, aprovechando su carácter abierto y accesible, y el creciente uso de drones. Esto requiere tanto una mayor protección física de dichos lugares como unos sistemas de detección adecuados, sin socavar las libertades de los ciudadanos, ya que hay que atenerse al contrato que mencionábamos al inicio del presente artículo. En dichas tareas de protección se podría haber incluido la criminología ecológica, que teoriza acerca de la correcta distribución de edificios y zonas de una ciudad, la forma de los mismos y la colocación de diversos elementos del ambiente que pueden hacer que los delincuentes o futuros delincuentes se vean disuadidos para cometer un delito.
Un aspecto importante que se refleja en los documentos de la UE es el hecho de que las minorías y las personas vulnerables pueden verse afectadas desproporcionadamente y, por lo tanto, requieren una atención especial. Programas y tipologías de estudio criminológicas nos hacen tener una visión más completa del fenómeno delictivo y de determinadas problemáticas como la pobreza o la desesperanza por falta de oportunidades, y sus consecuencias en la sociedad, la delincuencia y las políticas públicas. Por ello tienen tanta importancia los programas de prevención temprana psicosocial, ya que este punto de vista no trata de rehabilitar a los delincuentes, sino en evitar que los jóvenes y los niños lo sean. Esto se basa en la teoría de que los delincuentes más persistentes empiezan a delinquir pronto, por lo que, unas medidas de prevención que sean eficaces, podrían evitar el desarrollo de esta conducta.
En relación a las dificultades que podemos encontrar en la prevención, Ekblom nos dice que los métodos preventivos no son pesticidas que se extiendan de manera uniforme sobre el terreno, pues no en todos los lugares tienen los mismos efectos. Para evitar eso, según él, hay que dotar a los profesionales de principios de prevención y de conocimientos acerca del proceso, para que tengan un abanico de soluciones. La inclusión de la criminología ayudaría a entender ideas evidenciadas en estudios, como por ejemplo los de Sherman, en los cuales se demuestra que la tendencia de incrementar el castigo de un determinado delito no convence para su no comisión.
En el área de la prevención, según los documentos analizados, la UE establece que las políticas blandas, como las de educación, cultura, juventud y deporte, podrían contribuir a la prevención de la radicalización, ofreciendo oportunidades para la juventud en situación de riesgo y mejorando la cohesión, centrándose en materia de detección precoz, la gestión de riesgos, el aumento de la resiliencia y la desmovilización, así como la rehabilitación y la reintegración en la sociedad. De nuevo, la criminología brillando por su ausencia en las estrategias de prevención de la UE.
En conclusión, hemos podido ver que en los documentos de la Unión acerca de los análisis en seguridad general se desarrollan ideas propias de la criminología, ya estudiadas y elaboradas por investigadores, sin embargo, no se menciona su utilidad ni su relación con la seguridad general, la seguridad ciudadana, física, del territorio europeo y cibernético. La criminología, si desea volverse activa en la política legislativa tiene que estar orientada a la práctica y disponer de la aceptación del legislador. Además, dado que la política criminal se determina por las necesidades de la política cotidiana, es difícil que se aplique una teoría criminológica, ya que no aporta una solución a corto plazo y rápidamente. Todo ello lo añadimos al hecho de que para conseguir información criminológica relevante, abundante y con la rigurosidad deseada, se han de realizar investigaciones a largo plazo para aportar información completa, y muchas veces al hacer una investigación tan exhaustiva la información obtenida al cabo de unos años se queda obsoleta. Sin embargo, la propia Unión Europea reconoce la volatilidad de las condiciones de nuestra sociedad, y utiliza conceptos propios de la criminología, aceptando que debemos adaptarnos al cambio constante que caracteriza nuestra era, y que enfrentarse a los problemas requiere de tiempo y estrategias sólidas. Por lo tanto, vemos una estrecha relación entre criminología y seguridad en la Unión, solo falta su inclusión en el estudio de la realidad y/o en los documentos de análisis.
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