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#ENTREVISTA A JOAN CABALLERO. LAS IDEOLOGÍAS VIOLENTAS Y LOS CRÍMENES DE ODIO

Por: Mauricio J. Campos. Experto en Crimen Organizado y Terrorismo.

El Centro de Estudios e Iniciativas sobre Discriminación y Violencia (CEIDIV) transmite un mensaje claro: la violencia solo lleva a la cárcel, al hospital o al cementerio. ¿En qué consiste este grupo de estudios que Usted preside y qué es un delito de odio?

No presido CEIDIV, soy miembro de la ejecutiva. Su presidente es mi buen amigo el Doctor David Docal Gil, uno de los mayores expertos internacionales en la materia. En el CEIDIV llevamos varios años estudiando a los Grupos Urbanos Violentos (GUV) y los delitos de odio que llevan vinculados. Estamos dando formación en varios países de habla hispana, tanto a jóvenes universitarios como a miembros de las fuerzas de seguridad y de inteligencia. La formación en este ámbito es imprescindible para conocer estas realidades sociales que nos rodean.

Un delito de odio se caracteriza por la selección de la víctima debido a que pertenece a un colectivo de personas especialmente vulnerables, donde la sinrazón de los autores es capaz de canalizarse en comportamientos abominables. Los delitos de odio representan la manifestación más reproblable de la intolerancia y la discriminación, basada en la raza, el sexo, el lenguaje, la religión, la creencia, el origen nacional o social, la orientación sexual, la discapacidad o en otras materias similares.

Los que realizan delitos de odio son muchos, pero encontramos a los miembros de los GUV, que también los cometen. Estos son gente joven y no tan joven, de todos los estratos sociales. Muchos cuentan con formación académica y están radicalizados en ambientes universitarios, algunos son profesionales liberales, otros con empleos precarios, también hay ninis (ni estudian ni trabajan)… es una fenomenología muy compleja, son grupúsculos pequeños y muy activos que encontramos repartidos en grandes regiones del mundo, cada uno con una estética y una ideología concreta.

¿Cómo se instalan entre la población estos discursos violentos, ¿cuáles son las razones que los motivan y sustentan?

En la sociedad hay más odio y más discurso de odio muy bien elaborado. Desgraciadamente mucha gente se ha abrazado a discursos de odio proclamados por grupos políticos populistas, de extrema izquierda, extrema derecha o incluso asociaciones neonazis. Si se va modulando un discurso con medias verdades llega un momento en que gente que no tiene postulados políticos extremos termina creyéndoselos igualmente. La consecuencia no tiene que ser siempre una agresión física, puede ser incluso más habitual denegar un puesto de trabajo o vetar la presencia en un establecimiento. Ahora estamos viendo un repunte de antisemitismo en España y el resto de Europa por el conflicto en Palestina, y eso no lo lideran organizaciones de extrema derecha, sino que también la ultraizquierda está lanzando campañas antisionistas muy fuertes.

Por Europa hay mensajes comunes de lo que se ha venido a llamar “identitarismo”, como el promovido por el FPO austríaco, el AfD alemán, VOX en España, el PiS polaco… En relación a la homofobia y al racismo la narrativa extremista señala al movimiento LGTBI por ser un peligro para un pueblo fuerte y con muchos hijos, sin olvidar el machismo y su lucha contra la “ideología de género”. Se caricaturiza a la mujer lesbiana, sin hijos, frente a la mujer musulmana con siete u ocho niños que sirve para emitir el falso mensaje de ‘invasión musulmana’. El discurso se va contaminando, y puede acabar llegando a convertirse en un ‘meme’ que consume cualquier conocido nuestro, que termine creyéndoselo y legitimándolo. Es un fenómeno complejo pero constante en campañas por toda Europa. Cuando más se consumen más se puede radicalizar alguien e impregnarse del mensaje intolerante. El siguiente paso es juntarse con afines y eso es una bomba. Si se dan la cadena de oportunidades delictivas puede llegarse al extremo de cometer un ataque.

Hay tres elementos interrelacionados. Primero, estas facciones violentas se cobijan, esconden y camuflan bajo el discurso de asociaciones alternativas más o menos de carácter legal, como por ejemplo en las organizaciones de ultraizquierda que promueven ideas basadas en el antifascismo, antirracismo, feminismo, etcétera. Están allí haciendo bulto, pero cuando hay problemas son los que se encargan de la seguridad y de dar la cara contra los grupos antagónicos. Segundo, son nuestros hijos, hermanos, vecinos, amigos, ¡Es imposible que mi hijo haya echo tal o cual cosa, es buen chaval! Eso que oímos muchas veces. Los entornos más cercanos, a veces, no quieren ver una progresiva radicalización de su ser amado. Y tercero, se han destinado la mayoría de los recursos en inteligencia a un problema social grave como son los atentados yihadistas, dejando casi sin profesionales encargados de las llamadas amenazas internas. Pero fíjese una cosa, cuando la prensa informó de los ataques de Oslo, en los que Anders Breivik asesinó a 77 personas, lo relacionaron automáticamente con un atentado de Al-Qaeda. En ningún momento pensaron que era un terrorista neonazi. ¿Por qué? Porque pensamos que un neonazi no puede llegar a hacer eso, que alguien de aquí no puede atentar. Pues lo hizo. Esto nos debería enseñar que de los miembros más radicalizados de los GUV hay un salto a los grupos de criminalidad organizada o decidir cometer atentados terroritas como la “solución final”. La violencia de los GUV tiene muchas caras.  

Al respecto, ¿cómo se inicia el proceso de radicalización, a qué franja etaria afecta mayormente y qué papel juegan las redes sociales como vehículo para la legitimación de la violencia?

Primero deberíamos hacer una distinción entre tribus urbanas y GUV, que copian el estilo, la estética, la música y la vestimenta de las primeras pero que, además, adaptan todo esto a un lenguaje y a un discurso que siempre va ligado a un trasfondo político muy extremo y que va acompañado de un discurso de odio. La preocupación no debe ser si los adolescentes, en su proceso de maduración y de búsqueda de una identidad propia, se visten de punks, hippies o skins. No obstante es importante que los padres estén alerta a ciertos signos o símbolos que pueden avisar de que estos jóvenes están sufriendo un proceso de radicalización.

Existen ciertos ambientes en los que los GUV tienen una gran presencia, por ejemplo, en conciertos de estilos determinados de música como la RAC o la Ska-Oi!, manifestaciones, gimnasios o estadios de fútbol. Los pandilleros también tienen su música y sus conciertos evidentemente. Solo tenemos que ver el caso del asesinato de un chico que salía de un concierto de música en Madrid, al que confundieron con un miembro de la pandilla Trinitarios; lo más grave, es que después los asesinos participaron en un videoclip de una canción de los DDP que se burlaba de este homicidio https://youtu.be/KuRmDEtUMb4

O en otro videoclip de los DDP de Madrid, donde al menos uno de los menores que aparece, murió un tiempo después en una reyerta a machetazos por la ciudad https://youtu.be/-XWU9eMBTuE?si=pGCkpHSGqOUsf5U5

Con lo que me refiero, que a través de las RRSS, el mayor elemento de radicalización es la música, de la cuál realicé un extenso estudio en mi investigación, y que después plasmé en la coautoría de dos libros donde hablaba sobre ello, en el segundo titulado “Redes de Odio” https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=872385 advierto de la manipulación del lenguaje y su vínculo con las técnicas de neutralización postuladas por Sykes y Matza.

En esos escenarios los grupos captan a menores y los adoctrinan para asimilar el discurso de odio sobre el que construyen su identidad de grupo. El trasfondo de una radicalización siempre empieza por un discurso victimista. Cuando uno se considera la verdadera víctima es muy fácil justificar cualquier acto de violencia contra el otro, el culpable. Ese es el mejor puente para iniciar una radicalización.

En función del GUV al que pertenece hablaríamos de diferentes franjas de edad. En las pandillas latinas españolas, la media es de 11 o 12 años el acercamiento. En los grupos politizados violentos, sobre los 17 años de media, más o menos la misma edad en los grupos ultras de fútbol. En las organizaciones moteras 1% hay que tener carné de moto y ser adulto claro, pero normalmente suelen ser una media de edad de acceso sobre los 35 o 40 años, con la diferencia que muchos provienen ya de grupos hooligans o grupos politizados violentos.

¿Qué atrae a los jóvenes? La sensación de formar parte de algo más grande, de un grupo, una manada de jóvenes que tienen la fuerza en la calle, donde la gente se aparta de ellos cuando van todos juntos, de sentirse soldados por una causa, que ellos son los actores principales. Estos sentimientos les llegan al alma, a las emociones, son su leitmotiv para levantarse cada mañana. Muchos de ellos son jóvenes que, por el mero hecho de llevar una estética muy agresiva, con tatuajes muy violentos a la vista, se estigmatizan y son rechazados por la sociedad. Sus canciones hablan muchas veces de este rechazo social. Pocas empresas contratarían a una persona licenciada que lleva tatuada en el cuello una esvástica o la hoz y el martillo.

¿Cuál es el panorama actual y la tendencia con respecto a los grupos urbanos violentos en Europa?

Pues no pinta nada bien. En mi investigación de 2017 para el Departament de Justicia de la Generalitat de Cataluña, advertía de un repunte de radicalización en los GUV y su relación con los delitos de odio. Concretamente realicé una encuesta a 2007 sujetos, de los cuales 12 de ellos (0,60%) declararon haber participado en agresiones físicas y a la vez, también se consideraban homófobos y racistas. Lo significativo, es que todos estos sujetos sin excepción habían sido o eran miembros de algún GUV.

Para frenar la radicalización, que entreteje redes de odio entre grupos urbanos de pandilleros, motards, hooligans y skins violentos, los padres tienen un rol fundamental. Es difícil asimilar que tu familiar se está radicalizando y, mucho más, acudir a una comisaría. Pero reconocer que existe un problema es el primer paso para prevenirlo y revertirlo en estadios incipientes. Hay que estar encima, cuando todavía te da tiempo. Preguntar: ¿Con quién vas al estadio? ¿Qué significa esa insignia que te has puesto en la chaqueta? ¿Con quién te relacionas?. No hay que esperar a que agreda a una persona, puede empezar con un ataque vandálico a un cajero porque está en contra del capitalismo.

Ante estas señales, yo recomiendo solicitar la ayuda de profesionales, principalmente, de psicólogos. Algunos consiguen desvincularse a medida que maduran, pero un porcentaje simplemente cambia de grupo a lo largo de su vida, de skin a hooligan y, después, a motero 1%, por ejemplo. Necesitan una identidad, sentirse parte de algo, de un grupo. Son carne de cañón.  ​

¿Puede explayarse sobre cuáles son los más característicos?, ya sean hooligans, pandillas o grupos de militantes políticos de ideología extrema; sus peculiaridades: tatuajes, ritos de iniciación, símbolos, música y vestimenta, así como el modus operandi para imponerse a otros grupos, sembrar el miedo y lucrar con el crimen.

Intentar sintentizar todo esto en una entrevista sería prácticamente imposible, porque es un análisis multifactorial. Mi investigación cuenta con aproximadamente 500 páginas, y que se puede consultar en https://repositori.justicia.gencat.cat/handle/20.500.14226/321

Pero lo que sí puedo es decirle qué características comunes comparten.

  • Las estructuras de las organizaciones son parecidas en muchos aspectos, tanto en su organización como en los roles que adquieren.
  • Dentro de estas estructuras encontramos facciones fanatizadas o núcleos duros, que comparten como características propias los antecedentes policiales y judiciales; destacan por su violencia y son temidos dentro del mismo grupo.
  • Muchos de los miembros de los GUV son agentes radicalizadores inconscientes. Tienen pasados donde la baja autoestima y el problema de autocontrol predominaban, y entrar en el GUV les hizo sentirse aceptados y valorados.
  • El aislamiento social es evidente, porque los GUV se apartan de los modelos sociales tradicionales, siendo modelos contraculturales que les estigmatizan.
  • Todos los miembros de los GUV se identifican con la ideología violenta. La cultura del odio y el culto a la violencia es predominante. Con lo que irá asociado al uso de las armas como estilo de vida. Y eso abre la antesala del fanatismo violento y del terrorismo, para aquellos que creen que es la “vía única y necesaria”.
  • Todos los miembros de los GUV se sienten víctimas del sistema y culpabilizan al contrario. Predomina el discurso manipulado en los GUV. Legitiman el discurso violento y los símbolos agresivos. Exhiben los símbolos a través de los colores, la vestimenta, los tatuajes y los grafitis; usan la música como símbolo también.

Dentro de una perspectiva de género, ¿cuál es el papel que desempeña la mujer en estas organizaciones? ¿Su rol es activo o suele ser víctima?

En las organizaciones políticas extremas, la mujer se ha ido empoderando, y tiene roles más activos. En el caso de España, en diversas organizaciones neonazis tenemos delante a mujeres jóvenes, como Melissa Domínguez de Hogar Social, o a Isabel Peralta que lideraba Bastión Frontal.

En los grupos hooligans, como se centran en las peleas, pues estila más la posición predominante de los hombres, pero no es la primera vez que se detienen a mujeres en las peleas multitudinarias que se producen entre los grupos ultras.

En las OMCG 1% (Outlaw Motor Cycle Gangs 1%) tipo Hell’s Angels MC o Bandidos MC, el rol de la mujer es ornamental. Son las chicas, las posesiones de los moteros. En su rango de prioridades, sería “mi chaleco, mi moto y mi chica”. No hay ninguna banda motera tipo MC mixta, ni de solo mujeres; están relegadas a ir de copilotos siempre.

En las pandillas latinas, la mujer también pasa a ser un complemento del pandillero. Es su posesión, porque así lo vemos en España, que son llamadas “cueros”, obligadas a mantener relaciones sexuales y utilizadas como espías de bandas rivales.

¿Cómo ve el panorama fuera de Europa? En los últimos años se ha podido apreciar un recrudecimiento en el ámbito político de las ideologías de extrema derecha en Estados Unidos y América Latina, sustentadas a través del accionar de diversos grupos supremacistas y anti migratorios, así como fundamentalismos religiosos y discursos discriminatorios.

Yo creo que la desilusión con los partidos tradicionales, junto con las continuas crisis económicas, han ayudado al auge de los discursos populistas de “soluciones fáciles”. Los autoritarismos los estamos sufriendo en Europa, como sucede en Hungría, y eso afecta siempre a los derechos de las minorías, del desequilibrio de los poderes del Estado como de la independencia del poder judicial.

La derecha tradicional de Latinoamérica está sufriendo un colapso, y da paso a modelos ultraderechistas y populistas. Podemos ver países como Chile que preside Kast que en su campaña presidencial abogaba por la creación de una zanja para frenar la inmigración. En Argentina ha entrado Javier Milei con su discurso antiestablishment populista. Mire los paralelismos entre Bolsonaro y el asalto al Congreso de Brasil con el del Capitolio de los Estados Unidos, no es coincidencia. Donald Trump puede incluso a volver a gobernar de nuevo, y no olvidemos que fue uno de los impulsores de las teorías conspirativas QAnon que tanto agradan a los movimientos neonazis y de extrema derecha de todo el mundo.

El fundamentalismo religioso también se inserta en el mundo, y no hablamos solamente del islamismo que se ha ido expandiendo en Medio Oriente y el mundo árabe, sino del cristianismo y protestantismo, siendo uno de sus caballos de batalla, “la amenaza de la ideología de género” y el discurso Profamilia patriarcal. Creo que es muy notoria la fuerza que tiene la religión en Latinoamérica, y muchos proyectos neoliberales han ido de la mano de la fe.

Siendo un especialista en pandillas de origen latino, maras y grupos urbanos violentos, ¿cómo analiza Usted las políticas implementadas por Nayib Bukele para contrarrestar este fenómeno en El Salvador?  

Pues el método populista punitivo de Bukele de sus arrestos masivos no ha sido bien acogido por la comunidad internacional, pero debemos tener en cuenta que El Salvador estaba “tomado” por las Maras. Los ciudadanos estaban secuestrados por los mareros y era un país con unos niveles de inseguridad propios de una región en guerra civil, pues llegó a tener la tasa de homicidios más alta del mundo. La medida ha sido drástica, y claro, se ha notado en las calles, ahora los ciudadanos salen a ocupar las vías públicas sin miedo, y el turismo se volverá a reactivar. Bukele está eliminando todo rastro del poder de las Maras en las Colonias que ocupaban como sus feudos, también está eliminando de la vía pública, incluso de los cementerios su simbología, a la que comparó acertadamente con el caso de los nazis en Alemania, donde una vez acabada la guerra se eliminó todo vestigio del pasado nacionalsocialista. Tendremos que ver a largo plazo cómo afectará esto, porque los más de 40.000 encarcelados deberán salir un día u otro, y de momento las medidas de resocialización no cumplen los estándares internacionales.

Sin duda el hacinamiento carcelario es un problema en todos los países y un factor clave para la captación y mayor radicalización de los presos. En última instancia, más allá de los resultados inmediatos, ¿constituyen estas políticas punitivas una solución adecuada a los problemas culturales de fondo de una sociedad?

Siguiendo el hilo de la pregunta anterior, podríamos afirmar que no hay ningún sistema de rehabilitación y resocialización que consiga resultados efectivos. O sea, estamos hablando de que las políticas de prevención deben orientarse en las fases primaria y secundaria, y destinar todos los recursos posibles. Cada dólar que se destine a esas zonas donde hay una masa de perfiles vulnerables y en riesgo, supondrá no tener que invertirlo en el costo que supone mantener una masa de presos. También las medidas penales alternativas deberían ser el eje principal de los sistemas penales, y dejar las condenas de prisión para los casos más graves.

Pero claro, todo esto no inspira confianza en el votante, y los partidos políticos no se atreven a impulsar todos estos paquetes de medidas. En nuestra democracia española, el populismo punitivo ha ayudado a llegar al poder a los grandes partidos políticos, pero todas las reformas del Código Penal consiguieron que España fuese hasta la crisis económica de 2008, el país europeo con el mayor número de presos por cada cien mil habitantes.

Los problemas culturales de fondo se solucionan a mi modo de ver, mediante la educación y la habilitación de espacios sanos y saludables para los ciudadanos, basados en el deporte, y actividades culturales y artísticas. Alternativas culturales para los jóvenes, que sean diferentes a la cultura del ocio nocturno moderno; crear un tejido asociativo; impulso de espacios donde el joven pueda ser partícipe y sentirse empoderado… parece utópico, pero el fomento de este tipo de ocio previene adicciones.

El discurso y los delitos de odio son una amenaza creciente que socava el pluralismo y la dignidad humana, sostienen los diputados del Parlamento Europeo, y se aboga por una mejora legislativa que profundice en la tipificación de estos delitos y brinde mayor protección a las víctimas. Desde su punto de vista, ¿qué otras herramientas y medidas pueden ser de utilidad para la prevención?  ¿Cómo articulan en su accionar las instituciones abocadas a combatir este flagelo y cómo ve la posibilidad de ampliar estas redes de cooperación global?

En principio ya existe un marco de actuación y respuesta a la incitación al odio, igual que los delitos de odio e intolerancia en general. Pero tal como subrayó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, los avances eran frágiles y debíamos pasar de las condenas a las acciones concretas.

Con un panorama político dominado por el auge de los extremismos, es difícil la aplicación real del artículo 19 del TFUE (Tratado de Funcionamiento de la UE) que prohíbe toda forma de discriminación. Porque actualmente el papel político de los partidos tradicionalistas es no perder votantes, y eso lo estamos viendo en las concesiones de discurso extremista que va ganando terreno, con lo que da la impresión de que una cosa es lo que regula la Comisión Europea, y otra es lo que aplica el Gobierno de cada país.

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