Entrevista a David Garriga, Presidente de la Asociación Comunidad de Inteligencia y Seguridad Global (CISEG)
Por: Patricio Orlandini
#El Analista estuvo presente en la disertación “Terrorismo Yihadista: la Nueva situación en Europa” organizada por Instituto de Defensa y Seguridad de la Universidad Nacional de La Plata y la Comunidad de Inteligencia y Seguridad Global (CISEG) de España.
En la misma expusieron el profesor David Garriga* (presidente de CISEG) y el Alejandro Cassaglia (Coordinador Regional para América Latina y el Caribe de CISEG).
#El Analista aprovechó la oportunidad para entrevistar al profesor David Garriga, aquí transcribimos la misma.
¿Podrías introducir CISEG a nuestros lectores?
CISEG es una asociación sin ánimo de lucro, formado por un equipo multidisciplinar, en donde casi la mitad de sus profesionales son criminólogos especialistas en terrorismo de etiología yihadista. Hemos pretendido desde un primer momento ser el nexo de unión entre todos los profesionales del sector de la inteligencia y la seguridad, creando una sinergia perfecta entre todos sus asociados, partners y patrocinadores, tejiendo así una gran red y plataforma profesional entre todo el grueso de la comunidad. Pero principalmente focalizándonos con la sociedad civil, acercar la cultura de la inteligencia y la seguridad a los actores sociales. A cinco años de funcionamiento tenemos más de 300 socios, convenios con más de 50 asociaciones y empresas que confían en nosotros y sinergias con diferentes colegios de profesionales, universidades y administraciones a nivel nacional e internacional.
Otro de los objetivos era y es, establecer un nexo entre lo público y lo privado, entre el profesional y la empresa, para eso, creímos, y el tiempo nos ha ido dando la razón, que CISEG fuese una herramienta imprescindible para fomentar esta interrelación. En este sentido hemos hecho posible que nuestra formación llegue a la empresa privada y pública a la vez, uniendo contactos y facilitando networking muy necesarios e interesantes por las diferentes partes.
También, para nosotros, uno de los principales objetivos, era el de cuidar al socio y principalmente al socio criminólogo. CISEG no es solo una asociación y plataforma, CISEG la conforman el grueso de los socios, y como tales, no debemos íntegramente a ellos. En este sentido hemos facilitado que el socio pueda formar parte de este proyecto de manera activa, organizando jornadas con el apoyo de CISEG y publicando sus artículos en la revista de la asociación, haciendo llegar su saber a más gente. Hemos creado vocalías para facilitar el trabajo y dirigirlo más a la especificidad de cada uno de los socios y hemos invertido muchas horas en el grupo de estudiantes de grado y master para ofrecerles unas prácticas que hasta el día de hoy era difícil de poder encontrar.
Porqué hacer frente a las cuestiones de seguridad e inteligencia no pueden ser abordadas por un solo pensamiento único, o sector, las cuestiones que puedan presentarse en la red de sinergias de la comunidad, son observadas por diferentes puntos de vista más globales. Las problemáticas en tema de seguridad traspasan fronteras, y las ideas de algunos, pueden ser las soluciones de otros no contempladas. Solo mediante esta unión de todos los sectores y ámbitos, permitirá que seamos capaces de cambiar la situación que nos acecha, y hacer frente de manera rotunda y global este mal que es el terrorismo. En este sentido hemos abierto la puerta a diferentes convenios de colaboración con asociaciones de diferentes Países Árabes, proyectos con organizaciones de Estados Unidos, Noruega, Reino Unido, Suiza y Francia.
Finalmente, y para mí el principal objetivo desde un inicio, es el de luchar para visibilizar al criminólogo. Para ello, hemos incorporado criminólogos expertos en prevención del radicalismo y victimologia dentro de proyectos de prevención frente al terrorismo de etiología yihadista para poder trabajar en estas dos facetas, las cuales creemos que el criminólogo está formado y preparado para aportar y trabajar. Con todo esto creo que en cinco años hemos logrado satisfactoriamente nuestros objetivos. No ha sido fácil porque comenzar es siempre tortuoso, pero finalmente y poco a poco vamos teniendo un espacio y una credibilidad.
¿Crees necesaria una mayor divulgación del tema yihadista para evitar la radicalización de futuras generaciones?
Es fundamental. No solo mediante medios de comunicación, que ofrecen horas y tiempo de su emisión la mayoría de veces sólo cuando hay un atentado, sino en transmitir a la sociedad civil sobre qué es y sobre todo qué no es una religión que cada día está más presente entre nosotros para poder contra-restar el discurso de los terroristas de corte yihadista que tan hábilmente se esfuerzan en mezclar. Frente a esta falta de conocimiento sobre el islam en occidente por parte la sociedad en general y su uso torticero de los terroristas junto al incremento evidente de esta religión en Europa, quizá deberíamos preguntarnos si sabremos aprovechar esta presencia, cada vez más presente entre nosotros, para convivir con un islam e ideologías más moderadas que nos llega desde países árabo-islámicos cercanos, aportándonos cultura y conocimiento, o dejaremos una vez más que los radicales salafistas marquen su hoja de ruta y se apoderen de esta religión en Europa. El silencio de nuestros políticos por no atreverse a contradecir según qué tipos de conductas frente al miedo a ser etiquetados de islamófobos y permitiendo así, que se apliquen conductas rigoristas que terminan devolviéndonos a épocas previas a la Ilustración y Renacimiento limitando los derechos que tanto nos han costado conseguir.
¿Crees que la geografía puede determinar por qué hay más yihadistas en determinados países árabes?
El tema de la presencia de más o menos yihadistas se debe a un conjunto de factores. El geográfico es uno de ellos, que ligado al político, cultural y religioso tiene un peso importante en ese proceso. Oliver Roy, especialista en estudios islámicos, dice que la raíz de problema es la «islamización de los radicales». Gilles Kepel, politólogo y orientalista, en cambio, afirma que es la «radicalización del islam lo que peligra”.
Por ello, a parte del factor geográfico también deberíamos plantearnos el ideológico y la interpretación rigorista del islam y plantearnos si ¿el islam se radicaliza o los radicales se islamizan?
Personalmente, me decantaría por la segunda opción. Si bien ciertas ramificaciones del islam pueden radicalizarse en contextos sociales concretos, desde un sentido estrictamente criminológico, ya se conocen casos de personas fanatizadas que pertenecían a otras luchas, y no necesariamente terroristas, que se han unido al Daesh (neonazis, etc-). Todo esto, lo que nos indica, es que no es el objeto de veneración el que importa y radicaliza a estos individuos, sino el empleo de éste para captar a perfiles determinados para que se fanaticen cada vez más. En este caso, se emplea el secuestro de una religión como es el islam puramente como una herramienta.
¿Ves probable un nuevo momento álgido de Al Qaeda Central o de Dáesh?
Cierto es, que el atentado del 11-S dibujó un enfrentamiento entre Al Qaeda y Estados Unidos que nos levantó a todos un estado de alarma frente a un terrorismo que muchos desconocían de su existencia, pero poco a poco, y analizando algunos de los manuales de estos terroristas (Manual de la Barbarie de Abu Bakr Naji y los escritos de Mustafá Setmarian Nasur, alias Abu Musab al Suri en la Llamada a la Resistencia Islámica Global), se refleja la intención de no limitar los ataques a los EE UU, sino que su hoja de ruta les lleva a atacar el vientre blando de Occidente, Europa. Así, casi tres años después del fatídico atentado de las Torres Gemelas, fuimos víctimas de un atentado en Madrid en el 11 de marzo del 2004 y varios atentados en países europeos como Londres, París, Bruselas, Berlín o Niza en los años siguientes.
Este surgimiento de atentados de Al Qaeda en Europa en los albores del siglo XXI se incrementó con la aparición del Dáesh, una facción más virulenta y agresiva constituida en el año 2014. Su ideología, su manera de manipular y reclutar entre la población occidental con la ayuda de medios más rápidos, una mayor accesibilidad a posibles perfiles vulnerables y el amplio uso de las nuevas tecnologías para la difusión de su propaganda, hicieron que se incrementaran los atentados en Europa perpetrados desde células y actores solitarios captados y radicalizados en el propio continente. Este terrorismo tiene mucha facilidad para adaptarse y reinventarse, lo hemos visto durante la pandemia con el incremento de la captación y el autoadoctrinamiento online, y mientras ellos siguen su plan poniendo a prueba a nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y Servicios de Inteligencia, Occidente permanece un paso por detrás en materia de prevención. Su tiempo en conseguir sus objetivos, entre los que aparece la implementación del Califato a nivel mundial, no es igual que el nuestro. Ellos trabajan a medio-largo plazo con unos objetivos muy claros, conociendo muy bien a occidente y a los occidentales. Si “supuestamente” tan bien se está trabajando en temas de prevención, llegados a este punto, quizás deberíamos preguntarnos: ¿por qué siguen todavía radicalizándose algunos jóvenes musulmanes nacidos en Europa? Para responder a esta pregunta creo que debemos plantearnos varias cosas: por un lado, los terroristas de etiología yihadista conocen muy bien la manera de actuar y pensar de Occidente, por el contrario, la mayoría de occidentales no musulmanes desconocen el islam. La vinculación del islam con el terrorismo, intencionada por los grupos terroristas, e inconsciente, o no, por parte de algunos partidos políticos y medios de comunicación, ha favorecido que en los diferentes países de la Unión Europea se engrose cierto temor y antagonismo hacia los musulmanes y que actualmente este ideario sea un hecho y crezca en Europa. De hecho, algunos jóvenes musulmanes nacidos en el viejo continente se encuentran en la situación de no sentirse pertenecientes a su país y sufrir la etiqueta de terroristas por parte de la sociedad debido a su religión. Este sentimiento provoca un odio hacia el país que los ha visto nacer, favoreciendo, juntamente con otros factores, ser víctimas potenciales de los reclutadores terroristas. Inconscientemente o no, estamos facilitando esta dicotomía social que tan bien han orquestado los terroristas para Occidente. Cada vez más, proliferan las políticas multiculturales de algunos países, en las que los inmigrantes son bienvenidos pero desplazados a la periferia de las ciudades, frente a otras políticas interculturales que permiten la convivencia entre varias culturas en los mismos barrios. Las primeras acaban sirviendo de herramienta para la creación de guetos, espacios de cierta peligrosidad y que facilitan la radicalización y el reclutamiento.
Otro de los conceptos que se ha prostituido es el de islamofobia. Desde diferentes espacios de poder, muchas veces por ignorancia, otros por miedo a ser tachados de islamófobos, han permitido que se integren en una sociedad occidental conceptos radicales vinculados al islam. Esto ha permitido que proliferen barrios donde se aplica la sharía fundamentalista y una ortodoxia primigenia incompatible con una sociedad democrática que respeta los derechos humanos y debería de cuidar, por ejemplo, que no se vulneren los derechos de la mujer en nombre de un islam radical. Importante destacar aquí el papel de las Comunidades Islámicas en Europa, que son las garantes, aunque a veces silenciadas, de advertir de lo que es o no islam radical. El islam tiene cabida en nuestra sociedad, por supuesto, lo que no lo tiene es el radicalismo, el odio y la segregación. Cuando se permite que una religión, ideología o manera de funcionar pueda dañar, separar u obligar a los demás hacer cosas que no quieren hacer es cuando hay que evitar que se siga por ese camino, y cerrar los ojos frente a esto, desplazándolos en ghettos o mirar para otro lado, no solo es perjudicial para la seguridad de todos sino una tremenda imprudencia.
¿Crees que los grupos “filiales” de Al Qaeda o de Dáesh sustituirán a los originarios?
Interesante pregunta, cierto es que desde la pérdida del califato “físico” del Daesh, este sigue estando presente en siria e Irak pero con efectos de poco impacto. Con el supuesto asesinato de sus líderes y la disminución de sus atentados a gran escala en occidente, sigue siendo un grupo terrorista activo. Es verdad que las filiales asentadas en África son las que, a día de hoy, están siendo su principal fuente de propaganda, tanto de Daesh como de Al-Qaeda. Algunas con una fuerte actividad como su filial en el Congo y Mozambique (ISCA) o la de África Occidental (ISWA) o ISGS en el Gran Sahara entre otras, cuyas motivaciones están más dirigidas en conseguir objetivos particulares pero que, el hecho de jurar fidelidad a “Estado Islámico” les da mucha más repercusión. Todo y con eso, dudo que reciban ordenes directamente de los grupos centrales, aunque es posible que financiación y adiestramiento sí.
Dicho esto, y aunque Daesh apareció de una filial de AlQaeda, las filiales asentadas en África, a corto plazo no creo que abandonen su pertenencia a los grupos centrales. Hay un interés mutuo, por un lado, la financiación y adiestramiento de unos, y por otro, la propaganda y repercusión mediática de los otros.
¿Qué riesgos observas, a grandes líneas, de las amenazas yihadistas?
A día de hoy tenemos tres espacios a tener en cuenta:
Por un lado, la radicalización en centros penitenciarios. La estrategia de estos terroristas es elaborar un discurso que no solo apoya al radical yihadista encarcelado, sino que le confirma que estar preso es un indicativo de que va por el buen camino en su yihad, lo que hace complicado que la finalidad de la cárcel que todos entendemos como “castigo” y “reinserción” produzca su efecto en ellos.
Otro de los temas preocupantes y que se describe en sus manuales es la incorporación de los retornados a su país de origen: esas personas que se radicalizaron en un país europeo marchándose a combatir al lado de Dáesh para contribuir a la expansión de su “Estado Islámico”, ahora quieren volver de nuevo a su país. Son Caballos de Troya que deben gestionarse de manera diligente e inteligente para no acrecentar la inseguridad en Occidente. En esta línea, no debemos olvidar todos aquellos radicalizados que, por el incremento de las medidas de seguridad no pudieron cumplir su sueño de viajar hasta a Siria para hacer su yihad y se quedaron en Europa.
Y, finalmente, proteger a los perfiles vulnerables que viven en nuestro país y por extensión Europa, cada vez más jóvenes, que acaban siendo víctimas de la captación y radicalización en manos de estos reclutadores aleccionados por grupos terroristas de etiología yihadista.
*David Garriga Guitart. Licenciado en Criminología. Doctorando en la Universidad de Barcelona. Analista de terrorismo yihadista, insurrección y Movimientos Radicales. Máster en Mundo Árabe e Islámico y en Prevención y Análisis del Delito. Presidente de CISEG (Comunidad de Inteligencia y Seguridad Global). Vice-presidente de la International Association of Forensic Investigators-Spain. Investigador principal como criminólogo en el proyecto europeo RISK TRACK. Profesor colaborador en varias universidades y de fuerzas y cuerpos de seguridad en España. Autor de libros como “yihad ¿qué es?” y co-autor en el libro “humillación y agonía: análisis conductual de las decapitaciones de daesh” y “Víctimas de la yihad negra de Dáesh. Contranarrativa para luchar por la convivencia y la paz”.
Aviso Legal: El contenido de la presente entrevista fue producto del intercambio realizado entre el entrevistador y el entrevistado, siendo el mismo de su exclusiva autoría y propiedad intelectual. La entrevista podría no reflejar las opiniones de #ElAnalista como organismo.
Excellent interview